LO QUE NO SE VE DE EL BLOG DEL MIERENSE: Cap. 7: Lo mejor de la mejor sección

Tengo que reconocer que, si me tuviera que quedar con una sección de las que forman EL BLOG DEL MIERENSE me quedaría, sin duda alguna, con “Un lugar para vivir”. ¿El porqué? Pues porque la hago yo y es la sección con la que más disfruto.

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Siempre que llega el verano aprovecho para recorrer infinidad de pueblos del concejo, tomando fotografías y charlando con los lugareños. A pie o en bicicleta (siempre haciendo deporte, como pueden observar) me dedico a conocer o volver a pueblos para luego mostrarlos aquí, de ahí que en todas o casi todas las entregas de “Un lugar para vivir” se ven los árboles cargados de hojas verdes, algo propio del verano y algo que agrada ver cuando se está en invierno, como ocurre ahora (de hecho, las fotos de Brañanoveles, el pueblo de hace unas semana, fueron tomadas el 11/08/2010).

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De mis rutas por los pueblos lo mejor es, sin duda alguna, el poder charlar con personas que allí viven, gente mayor en ocasiones que te llega a conmover con sus historias.

Todas las personas con las que hablo tienen en común que se lamentan de una cosa: que el pueblo se queda vacío, que ya no es lo que era antes. Cierto, totalmente cierto.

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Resulta enriquecedor para uno mismo el hecho de que alguien que no conoces de nada, que nunca has visto en tu vida, te hable, en ocasiones sin que le preguntes, de cómo era la vida en el pueblo, del frío que hace en invierno…

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Recuerdo con emotividad a una señora de Brañanoveles, miren, otra vez sale el “lugar para vivir” de esta semana, con la que hablé hace ya dos años que estaba apenada porque los de E.On habían talado sin su permiso un tixu centenario que tenía en una finca. Recuerdo también a un señor en L’Arzolá con el que hablé de cómo eran antes y cómo son ahora los pueblos y de cómo afectó al lugar la autovía minera. A mi memoria vienen unos señores que en Rimeses me comentaban que la sextaferia se había perdido en los pueblos y ejemplificaban con el lavadero, sin techo por culpa de un vendaval.

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Y ya no sigo, porque, aunque tengo muchísimos más ejemplos, no quiero aburrirles.

Dedico este texto a todos aquellos con los que he hablado en los pueblos que he visitado en estos últimos años. Si alguno está detrás del ordenador leyendo esto, que comente.

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