LO QUE NO SE VE DE EL BLOG DEL MIERENSE: Cap 8: Cómo nos leen desde fuera de Mieres

El eQuipo de EL BLOG DEL MIERENSE lo componen unas mil doscientas –mil trescientas personas que, semana tras semana, están en sus casas leyendo y comentando todo aquello que les interesa (bueno, comentando quizás unos pocos menos, porque sabemos que hay gente que lee sin opinar, les animo a que opinen, a que comenten, que no es perjudicial para la salud).

.-..

De estas mil y pico personas, y es a quienes va dirigido este texto, hay un gran número de “mierenses por el mundo”. Les voy a dar un dato: en el último mes (cuatro semanas completas), han sido 455 visitas (de un total de 5.260) las que estos “mierenses por el mundo” nos han hecho.

Sabemos que tenemos lectores que siendo mierenses de origen emigraron a otros países por cuestiones laborales, familiares o incluso amorosas (sé yo de alguna historia que merece la pena contar…, a ver si ese sujeto se anima a contarla).

.....

Nos visitan mierenses que residen en Andorra, Francia, Italia y Alemania, aunque los países que más visitas nos aportan dentro de este grupo de “mierenses por el mundo” están situados en América: México y Argentina, países de los que recibimos unas ochenta visitas semanales. También nos leen fielmente en Colombia, Paraguay y Estados Unidos.

Dentro de España y fuera de Asturias tenemos un gran número de lectores en Madrid, Barcelona, Granada, León, Salamanca y Valencia.

.....

Todos ellos tienen en común, desde mi punto de vista, una misma cosa: sienten nostalgia por su tierra y aprovechan este lugar cibernético para saber qué ocurre en su Mieres, en nuestro Mieres.

A todos ustedes, muchas gracias y espero que comenten esta entrada que, como creador de este medio, les dedico.

.......................................................................-PLAUTO-

Comentarios

DIOGENES ha dicho que…
Me gusta que en esta sección se tenga un especial recuerdo para los muchos emigrantes que por uno u otro motivo tuvieron que abandonar su tierra.
Os cuento, si me permitís, algo sobre mi. En los años 60 muchas personas tuvieron que emigrar dejando atrás su tierra, sus raíces y sus familias. Yo soy uno de esas miles de personas que tuvo que pasar por ese trance.
Eran los primeros días del año 1966 y mis padres, mis hermanos y yo partimos hacia otro país huyendo de la falta de trabajo, las estrécheles y la pobreza. Después de deshacernos de lo poco y mísero que teníamos, con una vieja maleta de cartón, dos o tres atillos de ropa y el poco dinero que conseguimos reunir partimos, de la aldea, rumbo a lo desconocido. Hicimos un largo viaje en diferentes medios, la caja de un pequeño camión, un viejo autobús con la baca del techo llena de numerosísimos y variados bultos y por ultimo un interminable viaje en un tren con los asientos de madera. Asientos que después de muchas horas se nos clavaban en la espalda. Como mis hermanos y yo éramos unos niños (yo tenia 6 años) no teníamos conciencia clara, en aquellos momentos, de la trascendencia de nuestro viaje. Lo vivíamos como un viaje divertido soñando con tener numerosas aventuras. ¡La inconsciencia feliz de la niñez! Lo mirábamos todo con los ojos, que nuca habían salido de la aldea, muy abiertos y sorprendidos por campos interminables y ciudades llenas de luz y mucha gente. No nos dábamos cuenta de la angustia de mis padres que callaban su tristeza, sus temores y sus esperanzas. Tristeza por dejar atrás su tierra y su familia a la que no sabían si volverían a ver. Temores por lo desconocido, porque su aventura no saliera bien, por arrastrarnos a nosotros a un futuro incierto y sobre todo el temor a pasar mas calamidades y el tener que regresar mas pobres, si cabe, de lo que habían partido. Al mismo tiempo tenían la esperanza de que sus temores no se cumplieran y poder alcanzar una vida mejor para ellos y principalmente para nosotros, sus hijos.
Por fortuna, todo salio bien, y con su trabajo, su esfuerzo y su sacrificio conseguimos una vida mejor. Vida de obreros pero sin estrécheles, sin necesidades primordiales y sobre todo sin pobreza. Por desgracia, después de varios años y con los hijos criados e independientes, fallecieron lejos de su tierra pero satisfechos de la lucha que hicieron. Me siento muy orgulloso de mis padres por su trabajo y su sacrificio además de por su ejemplo de honradez y honestidad. ¿Os cuento un secreto? Me estoy emocionando y me esta costando trabajo continuar pues tengo un nudo en la garganta.
DIOGENES ha dicho que…
CONTINUACIÓN DEL ANTERIOR COMENTARIO
Como os decía, después del largo viaje lleguemos a nuestro destino el 5 de enero de 1966, noche de reyes. Comenzaba a oscurecer y nos encaminamos a nuestra futura casa, que alguien se encargo de alquilarnos. Lleguemos, de noche, a lo que seria nuestro hogar durante varios años. La casa estaba vacía, sin luz, sin agua y sin muebles y allí, después de cenar de lo que llevábamos utilizando la maleta como mesa y alumbrándonos con una vela, tiremos unas mantas en suelo y dormimos acurrucados unos contra los otros por el frió y también por el miedo (por lo menos los mas pequeños)
A partir de ahí comenzó una nueva vida para nosotros.
Con el paso de los años vas tomando conciencia de que estas lejos de tu tierra y a cada año que pasa te sientes a mas kilómetros de distancia. Buscas con ansiedad cualquier imagen o sonido de tu país y cuando en televisión aparece algo te emocionas, eres incapaz de controlar las lagrimas y lloras de manera inconsolable.
También es cierto, que con los años tienes el corazón dividido, quieres a tu tierra, a tu país pero también quieres al país que te acogió y que te dio un futuro mejor. Tu cariño esta dividido.
A medida que avanzan los años, sabes que va a ser mas difícil regresar, te casas, tienes hijos e incluso nietos y si todos ellos no regresan con tigo no das el paso de volver pues no quieres pasar otra vez por el trance de dejar atrás a tu familia. Te resignas, si las circunstancias no lo remedian, a acabar tus días lejos de tu país.
Por ultimo. os pido perdón por extenderme tanto y os confieso que mientras escribía estas líneas tuve que parar en alguna ocasión porque las lagrimas me impedían ver el teclado. Son muchos sentimientos almacenados que salen a flor de piel.
Un abrazo muy grande a todos los emigrantes, este comentario os lo dedico como un modesto homenaje.
Anónimo ha dicho que…
pues alegrome que hayas caido por aqui Diogenes, viniste al mejor lugar de la tierra, pese al cotu de caza que algunos quieren facer aqui y a los que nos dirigen dispuestos ellos a llevanos al caos, claro que ya habrá algunu que diga que tamos mejorando, bueno a lo mejor ye verda, pero pa él y los suyos.
Lo dicho me alegro que gente como tu te entre nosotros, un saludu.

ciudadanu
Julia ha dicho que…
DIÓGENES, tengo que confesarte una cosa. Como sabes llevo muy pocas semanas entrando en esta página y procuro hacerlo a mitad de semana para leer los comentarios que ya se han producido y tengo que reconocer que los tuyos siempre producen algo en mí, tienes un don. ¿Escribes profesionalmente?, o sea, ¿escribes en algún períodico, libros...?
Me maravilla tu prosa y sobre todo tu forma de ser me da gusto el que el haberme dejado caer por aquí me permita encontrar personas como tú.
JULIA
P.D. A mí me encanta leer, por si no se nota (jaja)
Julia ha dicho que…
Y bueno, ahora voy al tema del texto. Mi caso es casi al contrario que lo que plantea aquí Plauto, yo soy una inmigrante. Nací en Valladolid hace unos...unos...unos cuantos años, tantos que ni me acuerdo.
Mi padre, sin trabajo en Valladolid consiguió entrar en Fábrica Mieres a raíz de un hermano que tenía aquí en Mieres y que trabajaba allí. Así que se vino con toda la familia de ocho miembros que éramos. Yo tenía ocho años y me adapté muy fácilmente a este lugar que me fascinó. Me hice asturiana rápidamente y perdí muchas costumbres castellanas que cambié por otras tantas asturianas y mierenses, todas menos el habla y la escritura. Sí, despues de tantos años sigo hablando y escribiendo en castellano quizás porque en mi casa no se hablaba bable y en el Liceo los profesores hablaban mayormente en castellano.
Me pareció un lugar asombroso, todo verde, todo tan guapo. Al llegar aquí nos instalamos en una casa en Figaredo. Estuvimos poco tiempo por una simple razón: de Figaredo a Fábrica había un gran trecho y mi padre no tenía ni tan siquiera una bicicleta. Cuando llevababa unos meses trabajando y ahorrando logramos mudarnos de alquiler a un piso de la calle Calvo Sotelo de donde me fui cuando me casé, hace ya veinte años. Todo este tiempo que llevo en Mieres me ha servido para ver cómo ha evolucionado (para bien o para mal) y para encontrar a muchas amistades, e, incluso, el amor.
Voy a dejarlo que a mí también se me pone el nudo en la garganta de recordar viejos tiempos.