Mucho se habló la semana pasada en el debate de esta página sobre Rioglass, sus problemas, y en general de la ‘reindustrialización’ que las Cuencas sufrieron cuando comenzaron a cerrarse los pozos, creándose nuevas empresas de grandes dimensiones, como la que antes citaba, o Diasa Pharma (cien trabajadores en su época dorada), Alas Aluminium (doscientos setenta trabajadores), Venturo XXI (más de cien empleados)… empresas que recibieron unos cuantos millones para funcionar (procedentes de fondos mineros) y cuyo fin todos sabemos.
El caso es que todo lo que ustedes comentaban al respecto me hizo reflexionar y hacerme una pregunta, ¿qué hubiera pasado si en vez de invertirse ese dinero en grandes factorías, se hubiera invertido en microempresas (menos de diez empleados y un volumen de negocio anual y patrimonio neto no superior a 1 millón de euros) o pequeñas empresas (un número inferior a 50 trabajadores y con una cifra de volumen de negocio anual y patrimonio neto no superior a 10 millones de euros?
Probablemente hubieran ido mejor las cosas creando parques empresariales o polígonos donde se instalasen ese tipo de empresas, apostando por instalaciones como las naves nido, que por cierto, las de Baiña están todas ocupadas con negocios que funcionan bien desde el 2004-2005 que fue cuando se inauguraron. Ovofoods (en Baiña, con unos 50 empleados), Astersa (que si bien tuvo un bache en 2010, hoy en día funciona bien, con 25 empleados), o Prometeo Innovations (en Baiña, dedicada a la tecnología) son tres ejemplos de empresas pequeñas, con 50 o menos empleados y que de momento funcionan, con independencia de algún altibajo que hayan tenido.
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