Quizás no deba tocar este tema… No sé,
he estado dándole vueltas en la cabeza durante varios días pero creo que
finalmente lo voy a hacer pese al posible revuelo e ida y vuelta de opiniones
que se pueda producir.
La semana pasada, un día que hizo sol,
salí, como salgo muchas veces, a dar una vuelta por Mieres. Me llamó la
atención en cierto sitio algo en lo que no me había fijado nunca: debajo de
unas escaleras ya sin uso había dos paraguas abiertos, como ocultando algo… Lo
vi de lejos, y aunque me dejó con la curiosidad, seguí caminando. La curiosidad
pudo conmigo y al poco tiempo me encontraba apartando con cuidado uno de los
paraguas (dicho sea de paso, antes miré que no fuera a molestar a nadie).
Me sorprendió el encontrarme a una
gata, que no me miró nada bien y me ‘gruñó’, con sus crías, que tendrían a lo
sumo una semana. Un poco más allá había una especie de tupper con sobras para
la gata. Coloqué el paraguas como estaba y me fui, sonriendo… ¡Aún queda gente buena!
Exclamé.
Y es que he de decir que, aunque no es
la primera vez que veo algo así, si era la primera vez que lo veía en la calle,
en suelo público.
Debo reconocer que hace un año o año y
pico, cuando el Ayuntamiento de Oviedo sacó aquello de multar a quien diese de
comer a los animales callejeros y que incluso permitía sacrificar a los que se
encontrasen, fue un asunto que me irritó mucho y que por aquel entonces desee
que no se implantase en Mieres ninguna cosa por el estilo (y deseo que no se
implante o se proponga jamás).
Los animales son seres vivos, como
nosotros, que quieren, sufren y padecen aunque mucha gente no lo crea… Y como
ya he dicho, me alegra que gente buena guarde las sobras para alimentar a todos
aquellos gatos y demás mamíferos que día a día viven en nuestras calles, o que
incluso compre pienso para ellos (como he visto también a otros hacer). ¿Qué
debería hacerse alguna campaña de esterilización para controlar población? Es
posible… Pero acabar con ellos nunca.
*PD. Esta semana me he propuesto por
meta (antes lo hacía, ahora hace mucho que no lo hago), contestar a cada uno de
los comentarios. Espero cumplir.
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Comentarios
hacer daño a los animales ye de salvajes
Por una parte estoy totalmente de acuerdo en cuidar a los animales, en no hacerles ningún daño, y por supuesto no quiero ni oír hablar de lo que dice Migeru y otros comentarios sobre disparos y cosas semejantes, pero por otro lado, hay que tener un control sobre los animales, y eso compete, sin lugar a dudas, a las personas, que se supone somos más civilizadas.
En mi pueblo varios vecinos tienen gatos, que campan a sus anchas por la calle, hay veces que esos dueños totalmente despreocupados por los pobres animales no se dan cuenta de que la población aumenta, tienen pulgas y demás "animalitos", se dedican a escarbar en las huertas (les encanta la tierra recién movida) y durante el mes de febrero es difícil dormir por sus chillidos, lloros y demás, ya que los gatos en época de celo son realmente ruidosos. Por esto me gustan los animales, me gusta que se cuiden, se respeten y tengan alimento y medidas higiénico-sanitarias, pero detesto a esos seres civilizados despreocupados que no tienen sentido común alguno.
De todas maneras es obvio y lógico que se han de tomar medidas y precauciones para que estos animales no causen problemas en determinadas situaciones que, por otra parte, tampoco son demasiado dañinas en el casco urbano que es a lo me que parece que se refiere Plauto y este artículo.
El tema del maltrato a los animales es un asunto triste y muy poco defendible... Hace unos meses en un pueblo de la parroquia de Siana un colega y yo presenciamos, a distancia, como un hombre pegaba a un caballo, pero pegar, pegar... ¿Qué hicimos? Sacamos fotos, para denunciar, pero la calidad de las mismas (tomadas con móvil y a bastante distancia), no sirvieron de nada. Y es lo que comenta el #Anónimo, que denunciar es muy latoso...
Estoy a favor de la defensa de los derechos de los animales, pero no me olvido, como bien dices, querida Pluma Blanca, de que las medidas higiénico-sanitarias nunca están de más.
Se agradece ver que somos unos cuantos los que pensamos de la misma manera.
La mascota de la que tengo un recuerdo especial fue mi gatita Eusebia.
Un día, llego mi padre con una caja de cartón y en su interior traía un pequeño gatito recién nacido. Era apenas una pelotita de color negro que criemos a base de biberón. En un principio le pusimos de nombre Eusebio por un jugador de futbol de color de aquella época. Después nos dimos cuenta de que era una chica y paso a llamarse Eusebia. A medida que crecía, no mucho pues quedo menudita, se supo ganar a todos los de casa. Además de muy cariñosa era muy inteligente y parecía saber cual era su papel y lo que podía y no podía hacer en casa.
Un vecino nos decía que era tan increíblemente inteligente que solo le faltaba hablar y lo demostró continuamente con cosas asombrosas.
Nos acompañaba a todas partes y no dudaba en enfrentarse valientemente a cualquier animal o persona que considerara que era una amenaza para nosotros.
Quedo preñada y de pronto faltó dos o tres días de casa. Cuando regresó, nos dimos cuenta de que había parido pero no sabíamos donde. Se fue primero a mi madre y estuvo maullando a su alrededor insistentemente, cuando vio que no le hacia caso vino para mi. Al ver que de vez en cuando se alejaba y volvía a mi insistiendo con sus maullidos, un vecino me dijo que la siguiera pues parecía que era lo que quería. Así lo hicimos y sorprendentemente nos llevo donde tenia los gatitos. Los trajimos para casa pero ella se los volvió a llevar. A los pocos días los trajo de nuevo, uno tras otro. Los poso en casa, se tumbó en un rincón y dejo que jugáramos con ellos bajo su atenta mirada hasta que considero que era el momento de volver a llevárselos. Esto solo lo hizo otra vez mas pues un día descubrimos que se los habían matado. Ella los llevo a una pequeña pradera que había detrás de la casa, excavó con sus patitas un agujero, los metió dentro y los tapó cuidadosamente con tierra y hojas secas. Todos los días, de vez en cuando, se recostaba al lado de sus hijos.
Poco tiempo después, no muy lejos de ese lugar, apareció muerta. Siempre sospechemos que nos la habían matado. fue un día triste para todos en mi casa. La recogimos, hicimos un agujero al lado de sus hijos y la depositemos en la pequeña tumba que adornemos con una cruz hecha con dos palos y unas flores que recogimos en el campo y que sustituíamos a menudo.
A pesar de que pasaron mas de cuarenta años, aun la recuerdo y sueño alguna vez con mi pequeña Eusebia. Pienso que el día que yo me muera, si existe otra vida, nos encontraremos de nuevo y se subirá a mi regazo ronroneando mientra yo la acaricio.