Tenemos un aeropuerto infrautilizado.
Es una verdad como un templo. ¿Por qué? Pues por muchas razones: precios que
hacen pensarse a uno el subirse a un avión y pocas líneas, con poca variedad en
comparación con la que puede ofrecer, por ejemplo, el aeropuerto cántabro.
Las cifras hablan por sí solas y el
aeropuerto de Santiago del Monte cerró marzo como el mes con menos viajeros
desde el año 2004, perdiendo casi 50.000 viajeros en los tres primeros meses
del año.
Para quien no lo sepa, y antes de
seguir, en nuestro aeropuerto encontramos únicamente conexiones con Barcelona,
Gran Canaria, Lanzarote, Madrid, Málaga, Palma de Mallorca, París, Sevilla,
Tenerife y Valencia, eso sí, con distintas compañías, y abundante “low-cost”
(aunque luego traten de venderte lo invendible en el tiempo que dura el viaje).
Comentar que desde este mes se han
puesto en funcionamiento nuevas rutas con Palma, Sevilla y Málaga, todas ellas
con compañías “low-cost”. Y junto a esto, de cara al verano, se recuperarán
rutas ya experimentadas el año pasado, con Lisboa y Ginebra, rutas que tendrán
carácter temporal y de las que al menos el año pasado solo se hacían dos
servicios a la semana.
Está claro que mientras no cambien las
cosas y bajen los precios -algo improbable-, por mucho “low-cost” que exista,
la gente que viaje puntual o ocasionalmente a Madrid o a Valencia va a seguir
yéndose en Alsa o Alsa Supra, mucho más barato, igual de cómodo, aunque, claro
está, menos rápido, mucho menos.
¿La solución? Pues podría pasar porque
se buscasen destinos extranjeros que no tengan otros aeropuertos de la zona y
ofrecer vuelos a Berlín, a Ámsterdam, a Rabat y a algunas ciudades para las
que, si quieres viajar, tienes que desplazarte a Madrid ya que en Cantabria,
por muchas líneas que tienen, no ofrecen vuelos más allá que a capitales como
Roma o Londres y algunas grandes ciudades como Frankfurt o Estrasburgo.
Comentarios
ciudadanu.