El 11 de junio de 2014 echaba el cierre el Telecentro, en el marco de los
ajustes llevados a cabo tanto por el Gobierno local como por el autonómico.
Seis meses después, en diciembre de 2014, la justicia reconocía sendas
indemnizaciones para los trabajadores del Telecentro, cuyo despido fue
calificado como improcedente.
Todo esto ocurrió hace ya dos años,
pero el Telecentro aún no ha muerto del todo. O al menos, eso es lo que parece.
Lo digo porque el Ayuntamiento de Mieres sigue contemplando en sus ordenanzas
una, la nº 3.04, encargada de regular el precio público “por el uso y prestación de servicios de Telecentro”. Una ordenanza
que aparece en el recopilatorio de ordenanzas fiscales de 2015 y que repite en
el de 2016, describiendo con todo lujo de detalles, a cuánto ascienden (o
ascendían) las tarifas para ser socio, los cursos que se organizaban por el
propio Telecentro o lo que costaba alquilar a cualquiera el aula de formación
para organizar un curso o lo que fuera.
*La ordenanza, aún en vigor. |
Una ordenanza bastante completa pero
que hoy en día no tendría ninguna razón de ser, pero cuya existencia podría
explicarse con arreglo a dos argumentos. El primero, el previsor: se ha dejado
la ordenanza porque se piensa recuperar el Telecentro en un futuro y, ya que
está hecha, por lo menos, se aprovecha.
El segundo, el lógico: las ordenanzas se editan a base de copia y pega
de las de años anteriores y el que las edita se olvidó de que el Telecentro no
existe y no excluyó su ordenanza de ese copia y pega.
Quizás pecando de realista, yo me
inclino más por la segunda posibilidad: un error a la hora de copiar y pegar
determinadas ordenanzas para incluirlas en los textos finales de 2015 y 2016.
Por ahora veo tan improbable que se recupere el Telecentro, del que yo en su
día fui socio, como que reabra la casa Duró. Improbable porque el Ayuntamiento no
va a invertir un céntimo en poner en marcha nuevamente el servicio. No tendría
sentido cerrar algo en 2014, con todo el revuelo que se armó, para volver a
ponerlo en marcha unos años después, con la inversión inicial que ello conlleva
(personal, local –ya que el Ayuntamiento no dispone de ninguno en propiedad tan
grande como el que tenía arrendado para ello en la Teodoro Cuesta- servicios…).
Me gustaría, eso sí, saber qué se hizo con los ordenadores y el resto de
dispositivos, que eran de titularidad municipal. Había buenas máquinas que
espero que no se estén oxidando en una nave o en un sótano polvoriento.
Termino con una curiosidad sobre el
local. Lleva desde junio del 2014 en alquiler o venta. En alquiler, su
propietario, una constructora muy conocida del concejo pide 1.100 euros mensuales. Una cantidad por mucho
inferior a los entre 1.800 y 2.000 euros mensuales que, según comentaron los medios,
venía pagando el Ayuntamiento por el local. La crisis…
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