PEQUEÑAS SEMBLANZAS DE GRANDES MIERENSES: Teodoro Cuesta

Teodoro Cuesta García-Ruiz nació el barrio de La Pasera, en Mieres, el 9 de noviembre de 1829. Hijo de Ramón Cuesta, un prestigioso farmacéutico de la villa que falleció, por causas naturales, antes de que él naciese, fue criado por su madre,  María Luisa García, ama de casa.
Las dificultades económicas por las que atravesaba la familia le obligaron a trasladarse a Oviedo, a vivir con su abuelo materno, médico, cuando tenía ocho años.
En Oviedo estudió hasta los quince años, cuando decidió ponerse a trabajar en una imprenta. Fue solo uno de los muchos y muy variados trabajos que realizó en toda su vida. Tras él, fue nombrado gerente de una imprenta gijonesa. Compaginó ese trabajo con la redacción de artículos periodísticos para publicaciones locales.
*Teodoro Cuesta, en su estudio.
Apasionado por la música, comenzó en 1845 a dedicarle tiempo a su estudio, centrándose en la flauta y componiendo diversas obras. En 1854, de vuelta en Oviedo, se casó con Gertrudis Urdangaray, una ovetense con la que tendría posteriormente cinco hijos: Arturo, Rafael, Amelia, Gumersinda y Concha.
Dos años más tarde volvió a Mieres para hacerse cargo de la Banda de Música, como director de la misma. Su éxito en esa labor, que compaginaba con clases de música en la villa, es tal que en 1858 le ofrecen desde Oviedo asumir la dirección de la banda de música del Hospicio. Dieciocho años después, fue nombrado administrador del Hospicio.
Es entonces, en torno a 1876, cuando comienza a dedicarse más a la literatura que a la música. Centrado en la poesía, con un estilo sobrio e impecable, sus obras son publicadas en las más prestigiosas publicaciones de la Asturias de aquella época, como El Industrial, El Faro Asturiano o El Independiente.
Obligado a jubilarse de su labor en el Hospicio en 1888, y sin cobrar nunca por tal jubilación, entró en un declive económico que perduró hasta su muerte el 1 de febrero de 1895, a causa de un infarto. Tenía 65 años.
Un año más tarde veía la luz Poesías asturianas, en la que sus amigos recopilaron sus mejores obras.
Mieres lo ha honrado de múltiples formas que van desde una placa en la casa en la que nació, hasta una colosal estatua, situada hoy en día en la Plaza de La Pasera. Su nombre se ha utilizado para una calle, que atraviesa parte de lo que antes era el barrio de La Pasera, así como para un colegio (el del barrio de San Pedro) y el auditorio de la Casa de Cultura. 

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Me encanta que se hagan semblanzas de hombres ilustres de las letras,arte,medicina ,etc etc porque en nuestra cuenca a lo largo de estos ultimos años solo se encumbró a politiquillos de tres al cuarto. Nombres de calles,plazas e incluso nuestro hospital llevan nombres de políticos y sinceramente yo nunca he visto a ninguno de ellos tirar de paleta,andamio u hormigonera. Un saludo: JEROMIN.