Hay cosas que surgen un poco por el
azar para acabar quedándose. El ojo se acostumbra a ellas y cuando faltan o les
ocurre algo, uno se preocupa. Algo así es lo que me ha ocurrido con una
peculiar escultura –para mí, lo es, por ser obra del ingenio- situada en los jardines
de Juan XXIII.
La historia de esa escultura es
curiosa y la reconstruimos en este blog hace unos años, gracias a diversos
testimonios de inestimable ayuda. Para mí, insisto, era desconocida y las
siguientes líneas han sido escritas sobre la base de los datos que en aquel
entonces recopilamos. Es por ello que pido disculpas de antemano por cualquier
error que pueda haber en el relato, que queda abierto a posibles añadidos.
*La escultura, con flores apoyadas sobre ella |
La escultura es obra de Manuel
Alejandro Señorans, al que todos conocían por Kato, un hombre que perdió la vida en un accidente de tráfico en
Los Pontones , en diciembre de 2007. “Un
elemento de cuidado, un bala perdida… pero muy buen tío”, nos comentaba
Lucas, quien fuese amigo suyo. Kato
pasaba mucho tiempo en los jardines, en una época en la que este espacio verde
del casco urbano era una especie de centro de reunión de pequeños grupos de
personas con ciertas adicciones. En una especie de juego, cogió dos o tres
piedras y con la ayuda de su amigo Santín
(no disponemos del nombre completo), las pegó con cemento, dando como resultado
esa curiosa escultura. No pudimos en aquella ocasión datarla, pero echando
cuentas, podríamos hablar de que esto ocurrió a finales de los 90. Santín, por cierto, tuvo un final muy
parecido al de su amigo: también perdió la vida en la carretera, él en un
accidente de tráfico en La Pereda, un año antes del que le costó la vida a Kato.
Pese a levantar tan curiosa obra en un
espacio público, nadie la retiró nunca y se convirtió en un elemento más de los
jardines. De hecho, hasta no hace mucho era frecuente ver flores depositadas en
torno a ella, llevadas allí por familiares de Santín.
*Estado actual de la escultura |
Esta escultura amaneció hace unas
semanas rota, como pueden apreciar en la segunda imagen del artículo. Puede que
no tenga el más mínimo valor artístico. Estoy seguro de que muchos de los que
pasan a menudo por allí desconocían la historia que acabo de contar e incluso
ni se habían fijado nunca en esta particular escultura. Sin embargo, después de
tantos años, quienes solemos estar un poco más atentos y conocíamos la
historia, nos pusimos tristes al ver aquello así. Independientemente del valor
sentimental que pueda tener para los familiares y las personas que conocieron a
sus autores, es innegable que es un poco patrimonio de todos los mierenses. El
tiempo y el hecho de que los operarios municipales nunca la hayan tocado le ha
dado ese estatus.
Desconozco si ha sido uno de los
temporales que han venido, un perro o si está detrás de ello la mano de
alguien, pero ojalá que esta Tribuna
sirva para que por iniciativa pública o privada se reconstruya algo que es un
curioso símbolo y recuerdo de lo que en su día fueron los jardines del Juan
XXIII y de las historias de quienes por allí paraban.
[ACTUALIZACIÓN POSTERIOR]. La escultura objeto de esta Tribuna fue restaurada al poco de salir publicado el artículo:
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Comentarios
Me hace gracia que el señor Monterde se refiera para describir al grupo que parábamos allí como "con ciertas adicciones", me gustaría que especificara más, ya que acusa, porque ese era un grupo muy heterogéneo, donde había de todo, y lo que nos unía, además de ser todos del barrio, simplemente era la posibilidad de pasar un rato al aire libre al margen de "los chigres", y me hace gracia que se acuse tan a la ligera a un grupo de gente que simplemente tenían allí su centro de reunión y jamás tuvieron un sólo problema en años con los vecinos de la zona, es más, teníamos muy buena relación, pero vamos, supongo que el sensacionalismo de decir que eramos todos unos yonkis puede más que la prudencia de señalar con la misma acusación peregrina a un grupo grande de gente a la que no conoce.
Mis recuerdos para el cato, para santín y para ramiro, así como saludos a todos los que en su día nos juntábamos por allí en aquella época de "lunes al sol".