“Parece que repuntan los casos de
abandono de vehículos en espacios públicos. Basta con darse una vuelta por La
Mayacina para encontrarse con un Renault Clio del año 1999 abandonado a su
suerte. Junto a él, una Renault Master del 2004 cuya pegatina de la ITV
advierte de que tenía que haberla pasado en junio de 2017.
Más de lo mismo ocurre en Oñón, con un
Wolkswagen Golf del 2004 que lleva meses allí estacionado. Fuera de los
aparcamientos, en el Polígono de Gonzalín se encuentran más casos, como el de
una Ford Transit del 2004, empolvada y con impacto en la luna. Este fenómeno no
es exclusivo del casco urbano. También se da en la zona rural, aunque muchas
veces los vehículos se encuentran en terrenos privados. En uno de los laterales
de la iglesia de Lloreo se puede ver un deteriorado Opel Corsa de comienzos de
los años 90 cuya pegatina de la ITV indica que le tocaba pasarla en 2014 y
evidentemente no la pasó. En Los Pontones se puede encontrar un Citroën Zx de
mediados de los 90 cuya pegatina revela que lleva sin pasar la ITV desde 2016 y
en el que el óxido y la maleza comienzan a dejar huella.”.
Seis vehículos abandonados, algunos ya en depósito |
Estos eran los dos primeros párrafos
de una Tribuna que escribí a
comienzos de septiembre y que en el tiempo transcurrido hasta su publicación se
ha quedado un poco desfasada, ya que buena parte de esos seis vehículos se
encuentran ya en el depósito, retirados de la vía pública. Han aparecido otros
casos, como el de un Opel Astra del 2002 abandonado un poco antes de llegar al
polideportivo de Figaredo.
¿Qué ocurre o puede ocurrir con todos
estos vehículos? Si están en un espacio público, lo habitual es que la Policía
Local inicie el correspondiente procedimiento al constatar que llevan tiempo
sin moverse y que podrían estar abandonados. En el marco de ese procedimiento,
se realizan distintas notificaciones a quien figure como propietario del
vehículo en la base de datos de la DGT. También en el propio vehículo se coloca
un aviso instando a su propietario a moverlo en un plazo de quince días. Si el
propietario no retira el vehículo, la grúa municipal entra en escena para
cargarlo y trasladarlo al depósito. Esa actuación devenga una tasa de 63,83
euros en el caso de coches y furgonetas de hasta 2.000 kg y de 159,47 euros en
el caso de furgonetas y otros vehículos con un peso entre los 2.000 y los 5.000
kg.
La permanencia en el depósito de un
coche o furgoneta ligera, por así llamarla, devenga una tasa de 12,88 euros por
día. Las furgonetas más pesadas, salen a 42,55 euros diarios. Todas estas
cantidades se cobran, tal y como recoge la ordenanza, al propietario que acude
a reclamar que le devuelvan su vehículo. Lógicamente, quien abandona un
vehículo nunca o casi nunca acude a reclamarlo y esas cantidades muy rara vez
se consiguen cobrar. Al final, la retirada de un vehículo abandonado en la vía
pública no acaba costándole nada al propietario, mientras que el Ayuntamiento
no recupera el gasto empleado en retirar ese vehículo, que además pasa a ocupar
un espacio en el depósito municipal por los siglos de los siglos.
Menudo negocio, ¿no? Quiero decir,
para el Ayuntamiento. Tocaría pensar en hacer algo como lo que se hace
periódicamente en Oviedo para ganar espacio en el depósito: sacan a subasta los vehículos que lleven en el
depósito más de dos meses y cuyos propietarios no hayan mostrado interés alguno
en recuperarlos. Es una subasta solo para profesionales del mundo del desguace
y para recuperar parte del gasto que conlleva retirar un vehículo abandonado y
custodiarlo durante un tiempo.
Quizás tocaría mirar, una vez más, a
lo que hacen en la capital.
Comentarios