Este mes se cumplen treinta y un años
del fallo de un peculiar concurso público a través del cual el Ayuntamiento
pretendía dotar al concejo de una bandera oficial que hasta entonces no tenía.
El tribunal que debía encargarse de resolver ese concurso se hallaba presidido
por el entonces alcalde de Mieres, Eugenio Carbajal. Junto a él, el historiador Julio León Costales, la lingüista Carmen Díaz Castañón y el escritor César Rubín, representantes de la vida cultural
del concejo, además de distintos miembros de la corporación municipal de
aquella época.
El fallo del concurso, en El Comercio |
Se buscaba una bandera que reflejase
de la mejor forma posible la vida en el concejo, su historia y sus gentes.
Examinadas todas las propuestas, el 27 de enero de 1988 el tribunal hacía
público su fallo: ganaba la del gijonés Mario Ruiz Gutiérrez, un experto en la
materia, miembro de la Sociedad Española de Estandartes y Banderas.
Mario Ruiz había diseñado una bandera
compuesta por tres franjas horizontales de idéntico tamaño, aunque pintadas en
distintos colores. La superior, más ancha que las demás, en blanco, simbolizaba
la paz y color del linaje de los marqueses de Camposagrado, estrechamente
vinculados a la historia del concejo. La segunda, en azul, hacía referencia al
cielo y las aguas del Caudal. La tercera, en amarillo, representaba la riqueza
del suelo de Mieres. La bandera original, proyectada por Mario Ruiz, defendía
también que sobre la franja de color blanco, en la izquierda, se colocase el
escudo de Mieres.
Tres décadas después y aunque en un
primer momento hubo quienes rechazaron el proyecto escogido por el tribunal, la
bandera tricolor, blanca, azul y amarilla, es, como pretendieron quienes
impulsaron la convocatoria de aquel concurso público, uno de los símbolos más
reconocidos del concejo.
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