EN ACCIÓN: El abandono del palomar de Baiña, del siglo XVI

Estrenamos esta temporada En acción, una nueva serie de reportajes con los que buscamos poner el foco sobre distintos problemas a partir de los testimonios de aquellos que se ven afectados por esos problemas. En esta primera entrega acudimos a la llamada de un grupo de vecinos de Baiña, que hace unas semanas se pusieron en contacto con nosotros para que fuésemos testigos del estado en el que se encuentra una de las joyas del patrimonio del concejo: el palomar de Baiña.

El palomar de Baiña es uno de los edificios civiles más antiguos del concejo de Mieres. Datado en la segunda mitad del siglo XVI, hacia 1565, este palomar fue construido por orden de la familia Fernández-Ladreda, con distintas propiedades en la zona. Compuesto por tres niveles, y con un diámetro de 3,40 metros, existen testimonios de que durante décadas la parte baja se usó para guardar ganado, y los dos restantes como palomar. Los historiadores no descartan que pese a este uso también se emplease como atalaya militar, teniendo en cuenta su posición privilegiada, desde la que se divisa todo el valle.
De titularidad pública, el palomar de Baiña, situado en Les Cuestes, más concretamente en la zona conocida como La Muela, fue durante muchos años uno de los principales reclamos turísticos del concejo. “Lo sacaban en las postales de la feria, en la web del Ayuntamiento, en las guías turísticas… En todo. Luego se pusieron en marcha otros equipamientos y del palomar se pasó olímpicamente”, nos asegura una vecina de la zona.
A comienzos de los 2000 y fruto de ese impulso turístico, el palomar fue objeto de una restauración que se completó con el empedrado de un pequeño camino que conducía hasta él. En aquel momento se dejó su puerta abierta para que todo el que quisiera pudiese ver su interior, con las decenas de huecos empleados por las palomas para resguardarse y criar:

Era posible también contemplar la mampostería de piedra de la cúpula:

Y si el día lo permitía, el visitante podía asomarse a las entradas de las palomas para contemplar todo el valle de Lloreo y sus montes de caliza:
 

El palomar presentaba un buen estado de conservación, que permitía al visitante apreciar hasta el más mínimo detalle de su estructura:
  

“Y venía gente. Hombre, esto no era el Museo de la Minería, pero sí que había gente, sobretodo de los que escalaban por aquí o por Frechura que se acercaba a ver el palomar. También subían muchos de los que venían los fines de semana a comer al restaurante de Baiña”, nos asegura otro vecino.
Las fotografías que acaban de ver fueron tomadas en junio de 2010. Hoy es imposible repetirlas. “Viene gente y llega aquí y se desilusionan al ver como está esto”. Vecinos de la zona se pusieron en contacto con EL BLOG DEL MIERENSE para denunciar públicamente el estado de abandono que presenta el palomar. Con ellos subimos hasta él, aunque nos tuvimos que conformar con verlo de lejos. La maleza impide transitar por el camino empedrado que conduce hasta el palomar. “Y la puerta, si os fijáis desde aquí, tiene un metro y medio como poco de maleza”, apuntaba uno de los vecinos que venía con nosotros:
 

“Llevan cinco o seis años sin mirar para él. Ya cuando echaron el asfalto en la carretera de Les Cuestes, a finales del 2014, había obreros asustados con cómo tenían esta joya. Y pasaron casi cinco años y va a peor. Mirad el tejado, lleno de tejas rotas, artos y hierba”. Tirando de zoom conseguimos verlo:

“Cuando una casa comienza a tener mal el tejado, acaba cayendo. Y si no se actúa pronto, este palomar caerá y no tardando”, replica una vecina que se acerca al grupo.
Con este reportaje buscamos remover conciencias y que nuestros políticos salgan en defensa de esta joya del patrimonio del concejo, cuyo futuro peligra dado su más que evidente estado de abandono. Es muy probable, como señalaban los vecinos, que si no se actúa pronto el palomar sufra drásticas daños y que las primeras fotografías de este reportaje queden como un recuerdo de lo que fue este icono turístico de Mieres. Esperamos que no suceda. Todavía es posible evitarlo.

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