La mañana del día 13 de junio de 1997
transcurría con normalidad en los juzgados de Mieres. De pronto, la Policía
Nacional entró al edificio y sin perder tiempo ordenó el desalojo del inmueble.
Se activaron todas las cautelas ante la bomba que podía explotar en el
edificio.
Recorte del diario La Nueva España |
Unos minutos antes un medio de
comunicación local recibía una llamada anónima. Eran las doce de la mañana. Al
otro lado del teléfono, alguien insistía en que “acabo de poner una bomba en
los juzgados de Mieres y va a explotar pronto”. Inmediatamente se puso el
asunto en manos de la comisaría de la Policía Nacional de Mieres que acudió al
juzgado para examinar todas las dependencias en busca del artefacto. Por
fortuna, no apareció nada y todo quedó en un susto.
El modus
operandi seguido, con la llamada anónima a un medio de comunicación,
recordaba a los agentes el que por entonces empleaba la banda terrorista ETA en
sus atentados e hizo, en un primer momento, que se temiese lo peor.
Aunque se concretó que la llamada
había sido hecha desde una cabina telefónica, no se pudo dar con el responsable
de lo que resultó ser una broma de muy mal gusto, en una época en la que avisos
como aquel por lo general iban seguidos de explosiones con efectos
devastadores.
Comentarios