El pasado mes de julio llegaba a las librerías Tío
Perfecto (ed. Atlantis), una novela del mierense José Luis Ortiz de Guinea
Argüelles, en la que su autor recorre la vida y las andanzas de un sacerdote
poco convencional de finales del siglo XIX, un hermano de su abuelo cuya
existencia conoció de casualidad.
Tío Perfecto es la primera novela de una trilogía en la que
Ortiz de Guinea Argüelles trabaja desde hace un tiempo, una novela que nació a
partir de un guion cinematográfico y que aspira a convertir en una película,
para lo que ya ha tenido algunos contactos. Conocemos al sacerdote don
Perfecto, a la novela y a su autor en esta entrevista.
"Llevar Tío Perfecto a la gran pantalla, para
mí, sería el siguiente paso natural para esta obra"
–Tío Perfecto es una novela
que parte de una investigación sobre sus propias raíces y el descubrimiento,
casi por casualidad, de la historia de un pariente suyo, el protagonista.
¿Quién fue el sacerdote don Perfecto?
Tío
Perfecto era un sacerdote “demasiado liberal” para su época y mencionar su
nombre años más tarde aún era tabú en las conversaciones familiares y es por
ello que no trascendió demasiado sobre él, excepto
las “huellas” que fue dejando.
Lo
que yo sé me lo contó mi primo Gerardo Iglesias, exdiputado en Madrid. Tras
este descubrimiento y para documentarme aún más recurrí a los archivos
eclesiásticos, pero me informaron que estos fueron quemados durante la Guerra
Civil, por tanto, para escribir la novela me serví de lo contado por Gerardo,
lo contado por otros familiares que conocieron en persona a Rosario y a Lin y
por las “huellas” que el cura fue dejando tras de sí: documentos de
compra/venta, actas notariales, un documento sobre la cuelga de los hábitos,
cartas de Engracia, tarjeta de visita, hijos,... y todo ello pudriéndose en
aquel humedecido baúl lleno de recuerdos familiares olvidado en un trastero de
la casona de los Argüelles, en La Cerezal.
José Luis Ortiz de Guinea presentó su novela en julio en el Dindurra |
–La
acción transcurre en el Mieres de finales del siglo XIX y principios del siglo
XX y la villa es testigo del regreso del sacerdote de Filipinas y su romance
con Rosario, la hija adoptiva del notario.
¿Qué lugares del Mieres de hace más de un siglo le pueden ser
reconocibles, dentro de la novela, a un lector del siglo XXI?
Hoy
día aún está para admirar la Plaza que el arquitecto don Juan Miguel de la
Guardia construyera de estilo modernista e industrial, el actual Mercado de
Abastos de Mieres y la iglesia de San Juan Bautista, aunque sin las dos torres
en pico que hoy la coronan, pues la iglesia actual se amplió después de 1926,
muerto ya Tío Perfecto.
Quedan
la plaza de Requejo (hoy tribuna de la sidra) y aledaños. Durante muchos años
fue mercado de ganados y hasta no hace mucho aún se podía ver una de las
argollas donde ataban al ganado en venta los xiateros, en una de las paredes
del restaurante cerrado frente al casino de Mieres, así como la iglesia de los Padres
Pasionistas, en La Villa, o el puente de La Perra, reformado pues primero fue
de madera.
Son
igualmente reconocibles el pequeño cementerio protestante donde reposan los
restos de Numa Guilhou, frente a la entrada de la antigua Fábrica de
Mieres/Uninsa, y el cementerio de La Belonga, en dirección al Alto de Santo
Emiliano, partiendo de Mieres.
En
La Cerezal, casi coronado el alto de Santo Emiliano, se puede ver la casa de
los Argüelles, con su horreo, la casa de Balbina y otros... así como las fincas
mencionadas en la novela que el cura disfrutó en usufructo.
-La
novela parte de personajes y hechos reales y muestra relaciones, ¿cómo juega
esta circunstancia en el escritor? ¿Queda excluída, por ello, la ficción?
La
novela no es una biografía ni es un documento histórico sobre Tío Perfecto.
Como obra de ficción, basada en hechos reales, y ante la imposibilidad en el
tiempo de conocer en primera persona a los personajes que la componen (su forma
particular de pensar, de expresarse, sus gestos únicos, sus pensamientos más
íntimos...), se completa necesariamente de experiencias personales del autor (y
ajenas), así como de la imaginación propia para enriquecer y darle un sentido a
la obra literaria.
En
Tío Perfecto, no obstante, la mayoría
de lo narrado ocurrió en la realidad... y lo poco que no es real, lo ficticio,
bien podría pasar por real.
La
escena (no apta para ciertas sensibilidades y edades), en el compartimiento del
tren, camino de León, ocurrió en la realidad: el cura, el guardia civil de
paisano, los cuatro militares y la sota eran personas reales en una acción
real. La escena del cine en Luarca, ocurrió en la realidad. Lo ocurrido en casa
de Mercedes, en Puerto Vega, también fue real.
Y
así la mayoría de las escenas, incluyendo la de María en soledad, los diez días
con Rogelia y lo contado por aquella mujer dispuesta, aquella noche, a serle
infiel a su marido, ocurrieron en la realidad.
-Sabemos
que en el proceso de escritura desarrolló un guion previo que despertó el
interés de un productor de cine. ¿Ve Tío Perfecto llevada algún día a la
gran pantalla? ¿Qué actor le gustaría que interpretase al sacerdote?
Tío Perfecto nace como guión cinematográfico y
tiempo después en formato literario. No pocas eran las escenas del guión que
tuve que rehacer por írseme la mano a la forma literaria de narrar, a sabiendas
que la forma de escritura de un guión cinematográfico es más parecida a la del
teatro que a la de la novela. De todas maneras, llevar Tío Perfecto a la gran pantalla, para mí, sería el siguiente paso
natural para esta obra. Por supuesto, sería una película, sería cine, no teatro
filmado. Quien haya leído a Robert Bresson lo entenderá.
Cuando
le presenté el guion a un productor de cine para que produjera Tío Perfecto, problemas coyunturales y
ajenos a la calidad de la obra, hicieron que lo postergara. Antes de eso ya me
había reunido con los de la Film Comission de Asturias (cuando la gestionaba la
secretaría de Turismo) en busca de financiación.
Como
actor protagonista para el film, buena
pregunta…En cuanto vi aquel videoclip de Dover y me puse a escribir el guión,
el actor protagonista que encarnaría al cura en la gran pantalla ya lo había
decidido antes siquiera de verter la primera gota de tinta sobre el papel: Juan
Jurado, actor y director de teatro en Villaviciosa, excompañero en la antigua
Ensidesa. También sé quién encarnaría a su reverendísima, el obispo.
Pero el resto de actores/actrices, aún están sin decidir. Tengo una ligera
inclinación a favor de un personaje popular y actor que sale en la TPA para
encarnar a Jenaro, el cochero. Para el papel de Rosario aún es una incógnita
para mí. En su momento podría requerir de los servicios de casting de Luis San
Narciso, me suena tanto ese apellido de cuando era niño que quizá hayamos
estudiado juntos en Liceo –Aniceto Sela–.
-Sin
que ello afecte a la experiencia del lector, sabemos también que en el proceso
de escritura Cristina Llanos, la cantante del grupo Dover, tuvo algo que ver,
especialmente en la configuración de Rosario. ¿Nos puede contar la anécdota?
Así
es. Aún estaba impresionado con las andanzas del religioso recién descubierto
cuando tras ver, de pasada, uno de los videoclips del lanzamiento de un nuevo
disco del grupo Dover (sin saber, a día de hoy, ni cómo ni porqué), vi en
Cristina Llanos la reencarnación de aquella muchacha, la más guapa y deseada de
todo el concejo de Mieres y alrededores, a decir de quienes la conocieron en
persona: Rosario, descendiente del Conde de las Rubias.
Me
apresuré por ver todos los videoclips de Dover (y comprar y escuchar todos sus
discos), fijando especial atención en Cristina y a medida que los veía me
reafirmaba aún más, fue como una epifanía, el punto de inflexión emocional que
me arrastró a dar comienzo a la agotadora escritura del guión cinematográfico: Tío
Perfecto, vuelve de Filipinas... y acabarlo en dos intensísimas noches, a
nivel emocional. Su escritura me dejó exhausto.
Con
ciertas similitudes con La Regenta
o con el Pájaro Espino el guión cinematográfico ya estaba escrito... y
con el paso de los meses lo fui enriqueciendo.
Cierto
día vinieron a actuar a Gijón Dover y guión en mano (tras finalizar su
concierto), hablé con las hermanas Llanos y se lo entregué a Cristina, en
persona. Con mucha amabilidad hacia mí y después de hablar un rato sobre ello
—incluyendo la imprescindible pregunta de Amparo de por qué pensé en su hermana
para escribirlo—, Cristina me dijo que tenía ganas de regresar a su casa para
leerlo... Aunque esa ya es otra historia.
Como
trilogía que es, Cristina saldrá con su propio nombre en el tercer libro.
Portada de Tío Perfecto |
-Más
allá de ese guion y de la anécdota con Cristina, ¿cómo fue el proceso de
escritura de Tío Perfecto? ¿Cuánto tiempo le llevó?
Estaba
escribiendo una novela en la que llegado a un punto asomaba la figura de Tío
Perfecto. Tras llevar varias páginas escritas sobre el cura me sorprendí a mí
mismo novelando el guión ya acabado. A partir de ese punto decidí dejar de
escribir aquella novela y empezar una nueva; con base, el guión del cura.
Algunos personajes que no había en el guión original (por ejemplo, Jenaro)
fueron incorporándose en la nueva novela.
En
verdad que no sé el tiempo que me llevaría el escribirla, meses; lo que sí
puedo atestiguar es el placer inmenso que me produjo cuando la estaba
escribiendo, o mejor aún, cuando las letras vertidas fuera dicen exactamente lo
que yo quiero y como yo lo quiero decir, que expresen todo aquello que llevo
dentro y que puja por salir... ¡Y el placer que produce es inefable!
-Y
sin dejar los procesos, ¿cómo fue el que le llevó a publicarla en Ediciones
Atlantis?
Cualquier
obra guardada en el fondo de un cajón jamás conmoverá a nadie. Con ese
razonamiento en mente mandé el manuscrito a Ediciones Atlantis sin demasiadas
esperanzas a sabiendas de los miles de manuscritos que continuamente se envían
a las editoriales, pero... La vida nos depara sorpresas.
Una
de las sorpresas, y muy grata, fue la carta del editor dándome la enhorabuena
por la obra y el deseo de editarla.
José Luis tiene raíces en La Cerezal, donde transcurre parte de la novela |
-Hemos
hablado mucho de la novela, pero poco de su autor, nacido en el barrio de San
Pedro, en Mieres, pero afincado, desde hace años en Gijón, donde fundó y dirige
el Proyecto Jovellanos. ¿En qué consiste este proyecto?
Después
de leer exhaustivamente la biografía de Jovellanos (la de José Miguel Caso
González y de otros tantos autores), su obra (que pretendía la felicidad de sus
paisanos, creando las bases e infraestructuras que les permitiera prosperar) y
de identificarme con sus humanistas pensamientos (heridas ya de muerte aquellas
industrias que el ilustrado impulsó para su florecimiento: la minera, la naval,
la siderúrgica...), era fácil de comprender que hacía falta otro Jovellanos
para que creara e impulsara nuevas formas de progreso, y con esa idea en mente
me planteé el recoger, voluntariamente, su ilustrado testigo y a partir de ahí
y a lo largo de los años desarrollé el vasto y extenso Proyecto Jovellanos
(apartado colectivo), que aspira a continuar y dar vida a sus nobles
aspiraciones.
Las
novelas Tío Perfecto vuelve de Filipinas, El Enigma d…, mis
pinturas, mis películas, mis corpus (formato audiovisual propio) El
Vertido, etc... Están incluidos en el apartado personal del Proyecto
Jovellanos.
-Formado
en Electrónica Industrial, es un apasionado del arte y las humanidades, lo que
le ha llevado a escribir, pintar, hacer cine, componer… ¿Cómo le surgió esa
pasión?
Mi
pasión por el saber y por el arte, entendido como el deseo de expresarme, viene
ya de cuando era un niño, estimulado por unos padres que venían de una cultura,
la rusa, que privilegia los conocimientos científicos y las artes (Pedro el
Grande, uno de los zares, ya daba muestras de ello mirando a la Francia
ilustrada, antes que naciera nuestro querido Jovellanos).
Ese
amor por la cultura y la preparación académica y artística que traían nuestros
padres de la antigua URSS nos la transmitieron a nosotros y contrastaba, y
mucho, con lo que, de niños, veíamos en la calle. Por tanto, en sus maletas no
solo trajeron dos cámaras de fotos (el segundo de mis hermanos, con 5 años, ya
tenía una TLR 6x6, ampliadora, magnetofón de bobina abierta. ¡Ay! Aquella
vecina de mi abuela —en Santa Marina— que tras oír por vez primera su propia
voz grabada con el magnetofón de mi padre creía que en ese cuarto había
fantasmas, radio a válvulas, un mecano, figuras de fino cristal para decorar el
árbol de navidad y otras muchas cosas), sino que trajeron diferente mentalidad
que revela muy a las claras de dónde viene el estímulo a mi pasión.
Otra
cosa bien diferente a esa necesaria pasión es la sensibilidad artística y la
genialidad que ha de venir adherida a nosotros ya desde la cuna y que es
infructuoso el buscarla en cualquier academia de arte. No se adquirirá jamás
sino se lleva dentro... por más que nos duela el reconocerlo. Picasso,
Velázquez, Leonardo, Paganini, Bach, Tarkovski... tuvieron compañeros de
estudios que recibieron las mismas clases magistrales pero solo ellos dieron en
genios, aquellas academias a las que fueron o maestros que los instruyeron no
los dotó de la genialidad, lo único que consiguieron fue hacerla aflorar con
perseverancia.
-Sin
dejar las humanidades, y centrándonos en literatura, ¿qué autores no pueden
faltar en la biblioteca de José Luis Ortiz de Guinea? ¿Qué está leyendo ahora
mismo?
Son
tantas las lecturas que me moldearon (y moldearán) que me sería imposible
elegir ni una sola, ni tan siquiera diez ni veinte... Teniendo en cuenta que no
solamente las leo, las que me marcan, las estudio. Las leo una y otra vez hasta
extraer toda la esencia y regreso a ellas más adelante si es preciso.
Siempre
me gustaron las clases de literatura. Como consulta tengo la colección Summa
Artis y la Historia de España de Espasa Calpe; Historia de la Filosofía...
Me
encanta el método mayéutico de Sócrates, dado que otro de mis talentos/pasiones
es la educación. Platón, cuando narra la disertación de Sócrates (mayéutica en
mano) alentando a su decaído discípulo de que la muerte es el ideal al que ha
de aspirar y alcanzar todo filósofo al separarse el alma del cuerpo, para que
filosofe el alma libremente sin las distracciones del cuerpo carnal: hambre,
sueño, frío, deseos... (El banquete, Fedro,
Fedón...).
Me
encantó leer los Episodios Nacionales
(Galdós); V. Blasco Ibáñez (La Araña
Negra, lo acabo de releer); Nietzsche (Así
habló Zaratustra); Erich Fromm (El arte
de amar, El miedo a la libertad);
Ortega y Gasset (La rebelión de las masas,
El espectador...); Jalil Yibrán (El profeta, El vagabundo...); Hermann Hesse (Demian, Siddhartha, El lobo estepario...); George Orwell (Rebelión en la granja, 1984); Malcolm Lorry (Bajo el volcán)...Y mucha lectura sobre
el emprendimiento.
Las
teorías de cine Tarkovski y Robert Bresson, entre otras, no pueden estar muy
lejos de mí. He visto (y aún veo) Stalker,
de Tarkovski cientos de veces (por escenas o completa).
Y
muchos otros libros...
Acabo
de terminar Stalker de Tarkovski por
Mengs al mismo tiempo de releer Don
Quijote de la Mancha. Don Quijote... ¡Uffff! ¡Sin comentarios! Volveré a
leerlo en otro momento, pero esa vez,
estudiándolo detenidamente, como si fuera un libro de texto en sí mismo.
Aún
no he decidido cuál será el siguiente libro a leer.
-Con
Tío Perfecto en las librerías, ¿qué planes tiene para los próximos
meses? ¿Entra dentro de ellos una nueva novela?
Como
polímata que soy tengo varios frentes abiertos, no solo el literario. En el
tema literario, con la estructura de la segunda parte (novela) de la trilogía y
mediada la tercera parte ya escritas hace tiempo que esperan que las retome.
-Terminamos
con Tío Perfecto. ¿Qué les diría a todos aquellos lectores a los que
esta entrevista les haya despertado curiosidad por el personaje, por la novela
o por ambos, para que se animen a sumergirse en ella?
Un
buen punto de partida es saber cuál fue la opinión de un profesional del mundo
literario sobre esta novela, el editor don José Álvarez, de Ediciones Atlantis,
tras una exhaustiva lectura:
“Tío
Perfecto, vuelve de Filipinas es una excelente novela, fresca,
entretenida y sólida. (…) La
novela, que no deja de ser un drama muy al estilo del realismo progresista de
la generación del 98, nos cuenta, no sin cierto sentido del humor, las venturas
y desventuras de un hombre atrapado entre su recto cometido de sacerdote y sus
inclinaciones mundanas de hombre (…)".
Y
de otro lado, puedo decir que con todos los que he hablado que la están leyendo
o que ya la acabaron de leer me dicen lo mismo: "¡Tío Perfecto,
engancha!” y a ello añadiré lo que a mí me ocurre —a pesar de haberla escrito
yo mismo—, la abro por cualquiera de las páginas, sin apenas darme cuenta me
sumerjo en ella y... ya me atrapó.
También
me dijeron que la novela les transportó a momentos inolvidables de su infancia.
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