Escuchaba el otro día en la Plaza de la Libertad a un señor hablar por teléfono. Estaba muy enfadado. "No sé qué tienen que hacer que no me lo pueden arreglar hoy estos […] del Ayuntamiento". "No, no, si vengo de allí, pero dijo la de la oficina que tengo que llevar no sé qué papeles". Entendí, porque fue una escucha de paso, que el señor estaba enfadado porque había ido a hacer algo al consistorio y le habían dado la vuelta por no llevar todos los papeles que debía llevar. Puedo entender su cabreo, pero igual debería autorresponsabilizarse de algo de lo que no tenían culpa los pobres […], que aquí sustituye a una composición de tres palabras.
Desde siempre me ha molestado que se eche por tierra a los técnicos municipales. Ellos son el auténtico espíritu de un ayuntamiento, ellos son los capitanes del barco, no los concejales de turno. Ellos se han formado, son especialistas en su materia, a diferencia de muchos de los ediles. El tiempo en el que fui concejal aprendí muchísimo de unos cuantos técnicos. Gracias a ellos descubrí la vieja gloria de las leyes, la Ley 30/1992, del procedimiento administrativo común, y me metí de lleno en un campo de recursos, organismos y papeleo que de otro modo jamás habría conocido. No me atrevo a decir que lo dominé, pero creo que no se me daba mal. E insisto, todo gracias a esta gente. No está de más recordar que como yo, cualquiera que haya llegado a la política como se llegaba y se sigue llegando, sin estudios o con ellos, pero de ramas que poco pueden aportar al funcionamiento de un consistorio. Se cree la gente que los políticos saben de leyes y no, saben (sabemos) más bien poco, al menos los que pasamos por un ayuntamiento.
Me parece muy injusto que sean estos técnicos los que saquen adelante trabajos encomiables y que la ciudadanía los ninguneé o ni tan siquiera sepa de su existencia. Ellos son los que redactan proyectos, preparan licitaciones, tramitan expedientes… Y el logro se lo lleva el concejal de turno, que muchas veces echa una firma, preside una reunión y se acabó. Ojo, no digo que siempre sea así, que me consta que hay concejales implicadísimos en lo que se saca adelante dentro de sus áreas, pero hay otros que no. Y los hay, los ha habido y los habrá. También digo que mejor no implicarse a sobreimplicarse, como algún que otro energúmeno con el poder subido a la cabeza que ha tenido despacho con vistas a los Jardines del Ayuntamiento durante una o dos legislaturas.
Respetemos a los técnicos y empecemos a valorar como es debido su trabajo. Ojalá algún día se lleguen a hacer, como propuse una vez hace más de dos décadas, visitas guiadas para que se vea ese trabajo que injustamente pasa tan desapercibido.
ELCARABA
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