Bajo el lema “agora son los oficiales, agora usalos ye lo normal”, el Principado
daba luz verde hace ya casi siete años a un decreto (el Decreto 4/2009) por el
que se establecían los topónimos oficiales del concejo de Mieres.
La Xunta Asesora de Toponimia del
Principáu d’Asturies se encargaba en aquel entonces de recuperar, uno a uno,
los topónimos populares de los distintos pueblos, parroquias y barrios de
Asturias, a fin de recuperar los nombres tradicionales de esos lugares, los que
la gente dijo durante toda su vida, y mandar a paseo a todos aquellos topónimos
castellanizados que habían aparecido a principios de los 90.
La idea era buena y se agradecía dejar
de ver cosas como Villaestremeri (Vistrimir), El Requejado (El Requexeu), Prado
Redondo (El Prurriúndu) o El Quemadero (El Quemaeru), por poner cuatro ejemplos
que se me vienen ahora mismo a la cabeza.
La campaña quería hacer todo el ruido
que se merecía y a la aprobación del decreto siguieron diversas actuaciones,
como la instalación de nuevos indicadores o la edición y distribución de mapas
y folletos como el de la imagen que acompaña a este artículo, todo ello, a
costa del Principado.
*Carátula de uno de los folletos editados en 2009. |
Ello no estuvo exento de polémica:
gente que criticaba los nuevos topónimos, al no ajustarse del todo a los
nombres tradicionales; dualidad de topónimos (como el Returbiu/Ruturbiu); o
discrepancias en torno a dónde debían ir las tildes en los topónimos (de esto
conozco un caso muy curioso, que algún día contaré).
La administración autonómica apostó
fuerte por ello, pero para la local el decreto y los nuevos topónimos se
debieron quedar guardados en un cajón. Se sabía que existían pero tampoco se les
prestó mucha atención.
Aún hoy, casi siete años después, y
pese a que desde 2009 “usalos ye lo
normal”, los autobuses de la L-5 siguen yendo a Loredo y no a Lloreo, igual
que los de la L-9 van a Santo Emiliano y no a Santumiano. Cualquier político, a
nivel local, seguirá insistiendo en que la única iglesia románica del concejo
está en Ujo y no en Uxo, al igual que el Camino de Santiago seguirá llegando a
El Padrún a través de La Rebollada, y no de La Rebollá.
Y mientras esto ocurre en la
administración local, la regional sí se preocupa más o menos de respetar el
decreto y la toponimia en él contenida. En la rotonda del hospital una señal
avisa de cómo salir para ir a Santuyano, al igual que un kilómetro y medio más
arriba, un indicador avisa al conductor de dónde se encuentra la entrada al
polígono de Ricastro, por poner dos ejemplos recientes.
Desde la administración local se acaba
de hablar de un plan de normalización lingüística, con 12.000 euros de
asignación para llevarlo a cabo. Espero que de verdad sirva para algo y evite
estas dualidades.
Y mientras tanto, ¿qué hacemos los
ciudadanos? Pues lo mismo que las administraciones… Unos siguen apostando por
la toponimia antigua; otros, nos decantamos más por la nueva, que se supone que
es más antigua que la antigua.
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