Eran algo menos de las ocho de la
tarde de un día de mediados de febrero. Noche cerrada. Un servidor caminaba por
el tramo del paseo del río San Juan que se observa en la imagen. De repente,
escuché un golpe brusco contra el agua. No le di mucha importancia, pues pensé
que se trataría de algún pato chapoteando en el agua.
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*Edificios de la calle Riosa próximos al río San Juan. |
Continué caminando y apenas unos
segundos después vi salir disparado de una de las viviendas de uno de los
edificios que aparecen en la imagen y que miran al río, un envase de grandes
dimensiones. Mismo ruido que en la anterior ocasión. Esta vez sí miré al cauce:
era un frasco de gel de ducha, de los grandes. Miré a los bloques buscando el
piso del que había salido el bote, pero no pude dar con él. No había nadie en
las ventanas, ni luces encendidas, ni nada que me permitiese saber desde que
bloque y desde qué piso había salido disparado el envase.
Intrigado, seguí andando y decidí
esconderme tras los setos del Juan XXIII que dan al río, esperando nuevos
lanzamientos. No tardaron en producirse. Tres objetos más fueron arrojados al
cauce. Pese a que lo grabé con mi teléfono, la calidad del vídeo, por la
distancia y la oscuridad, no es muy buena y apenas se aprecian los disparos. Posiblemente
más envases, a juzgar por las dimensiones y los sonoros golpes contra las aguas
del San Juan. Tampoco se encendió luz alguna que me permitiese más o menos
localizar los lanzamientos a una determinada altura de un bloque concreto.
Unos días más tarde, con luz, volví a
dar un paseo por la zona. Me sorprendió un detalle que también se aprecia, si
se agranda, en la fotografía: los contenedores del barrio se sitúan justo
detrás de los bloques, al comienzo de un vial que comunica la calle Riosa con
un pequeño aparcamiento situado en la otra orilla del río San Juan. Echando
cuentas, el autor de los lanzamientos de basura tendría que haber empleado,
como mucho, dos minutos de su vida en bajarla al contenedor, contando que
tuviese que bajar y subir por las escaleras, ya que los contenedores están al
lado, como quien dice, de los portales.
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*Frascos y botellas flotando en el río. |
Hablando con el equipo del blog de
cara a preparar este artículo, me sorprendió que, según parece, estos
lanzamientos de basura ya fueron comentados por algún lector al hilo de otras
publicaciones de esta página. Viendo que el problema viene de lejos, no
entiendo que aún no se hayan tomado medidas al respecto. No quiero ni pensar
qué pasaría si, por ejemplo, un vecino de la calle Manuel Llaneza comienza a
tirar basura por la ventana. No tardaría en aparecer alguien que llamase a la
Policía y es muy posible que le cayese una multa. Saldría en la prensa al día
siguiente. Sin embargo, cuando la basura se tira a un río, como es el caso, no
pasa absolutamente nada pese a que el río, como la calle, también es de todos.
Basta con echar un vistazo a sus aguas para ver que por lo general, papeleras y
contenedores se usan mucho menos de lo que se debería. Se usan poco pero es
innegable que tolerando conductas como esta de la que he sido testigo, el
problema no se ataja, sino que se agrava. Soy optimista y pienso que con algo
más de vigilancia y ganas es posible aún acabar con problemas como este.
Comentarios
A nuestros políticos también les va bien permitiéndoselo, saben que ellos no pagan sus pisos que los pagamos tú y yo con nuestros impuestos, y siempre está bien tener un puñado de votos a cambio de subvenciones que por cierto también pagamos tu y yo, para asociaciones que no se sabe muy bien para que valen a parte de para dar palmas, pegarse comilonas y hacer una buena fiesta con tablao flamenco, eso ya es merito bastante para ser un "mierense del año" como no.
Y como critiques algo de esto prepárate que lo xenófobo y racista no te lo quia nadie.
A lo mejor somos los propios asturianos los que tendremos que acabar integrándonos...