ÁLVAREZ OPINA: Devolvámosles un poco de atención a los árboles del paseo fluvial

Es un secreto a voces que muchos mierenses, cuando llega el verano, cogemos algo de fruta de los árboles situados en el paseo fluvial o en las zonas verdes aledañas. Ciruelas, avellanas, cerezas, nísperos… Se sale andar, muchas veces entra el hambre y nos aprovechamos de que los árboles están rebosantes de fruta para coger un par de piezas. Insisto, lo hemos hecho todos los que por el verano salimos alguna vez a caminar por el paseo fluvial.

Muchos de esos árboles que durante el verano colman de fruta a los usuarios del paseo necesitan, sin embargo, algún que otro cuidado. Lo suyo sería proporcionárselo ahora que ha llegado el invierno y antes de que lo reemplace la primavera. Las fotografías que acompañan a este artículo fueron realizadas a finales de agosto, cuando las ablanares próximas a Reicastro estaban cargadísimas. En aquel entonces se veían ya algunas ramas secas y, si pasan por allí, verán ahora cómo el viento y la lluvia han roto algunas más, por no hablar de la maleza que ha crecido justo debajo de ellas. Si queremos que sigan dando ablanas (o avellanas), lo suyo sería una poda de todo ese ramaje seco que les sobra.

Un poco más abajo, en el otro margen del paseo, se localiza un árbol que el verano pasado estuvo repleto de ciruelas con un sabor estupendo. También muestra ramas secas, en su caso posiblemente a consecuencia de la maleza que sube desde el río y que ha comenzado a devorarlo. De esa maleza se libró, por la acción de un vecino de Santullano, una higuera situada a escasos metros. Sabedor de que la higuera estaba allí, el hombre procedió a desbrozar los dos metros que la separaban del paseo, en la ladera que da al Caudal, con el fin de coger sus frutos y, de paso, salvar un árbol que quien sabe si nació allí y que está precioso.

Y aunque me haya centrado en los árboles de ese tramo, los casi diez kilómetros de paseo fluvial cuentan con decenas de árboles que merecen un poco de atención, aunque solo sea una vez al año, ya sea porque dan fruta, porque dan sombra o porque son piezas ornamentales tan espectaculares como los álamos que hay a la altura de El Pedroso. Tenemos un patrimonio natural a orillas del río que bien podría aprovecharse con fines educativos o didácticos, por ejemplo, con rutas guiadas por la flora del paseo, colocando carteles para que los alumnos y alumnas de los colegios aprendan a identificar distintos tipos de árboles, en clases al aire libre, a la par que hacen un poco de ejercicio físico.

Disfrutemos del paseo y no dejemos de contemplar todo aquello que lo rodea. Ojalá el próximo verano los árboles sigan regalándonos piezas de fruta, limpios de maleza y lo mejor cuidados posible.

ÁLVAREZ