La dedicatoria de una calle es uno de los mayores reconocimientos que se pueden otorgar. Si encima la calle dedicada se encuentra en el lugar en el que naciste, ese reconocimiento es todavía más grande. Sin embargo, a veces se dan situaciones tan curiosas como de la que les quiero hablar en este artículo.
El 26 de octubre de 2006 se aprobó en el Pleno municipal el nombre de las calles que en aquel entonces se acababan de abrir en una Mayacina recién urbanizada. Dos de ellas, situadas entre la nueva calle Dolores Ibarruri y la más antigua Nicanor Piñole, fueron bautizadas en honor a dos de las agrupaciones musicales que han llevado el nombre de Mieres por todo el mundo: el Orfeón de Mieres y el Ochote La Unión. Mientras que la primera, situada justo por detrás de las antiguas escuelas de Santa Marina sigue siendo transitable, la segunda, que transcurre en paralelo a ella, lo fue durante unos pocos años y hoy en día está como puede verse en las imágenes que ilustran el artículo.
No sé qué pensarán en el Ochote La Unión, fundado en 1975, galardonados con el Mierense del Año en 1989, de que en el 2006 se les dedicase una calle por la que lleva sin poder pasarse más de una década. Supongo que se lo tomarán con humor, no queda de otra.
Para quienes no conozcan o no recuerden la historia, resumo en unas pocas líneas. Allá por el 2009 se otorgó licencia de obras a una constructora para levantar viviendas en un solar comprendido entre la calle Ochote La Unión y la Valeriano Miranda. La empresa se instaló en el solar, valló la calle (y la acera de Valeriano Miranda) y se puso a construir. Un concurso de acreedores y la posterior liquidación de la constructora dieron al traste con los planes iniciales… y hasta hoy.
Entre la maleza que ha crecido aún se distinguen las baldosas y la placa de la calle Ochote La Unión, una calle con nombre, sí, pero por la que no es posible caminar. Desconozco qué ocurrió con los bancos que se habían colocado, si siguen por allí o si los retiraron.
Evidentemente, nadie tiene la culpa de que las cosas no salieran según lo planeado y la constructora acabase como acabó, pero, en el fondo, da un poco de pena esta situación. Se reconoce el incansable trabajo del Ochote La Unión durante décadas, dando su nombre a una calle, que hoy no es más que una bardia.
Creo recordar que en el proceso que inició el Ayuntamiento para que la constructora retirase las grúas plantadas en la parcela, un proceso que duró años, también se pidió a la empresa liquidada que restituyera la parcela al estado en el que la encontró. Supongo que si costó que retiraran las grúas lo demás será misión imposible. Ojalá llegue el día en el que esa parcela vuelva a tener un uso y se pueda reabrir la calle Ochote La Unión. Hasta entonces, ¿por qué no aprovechar el nuevo parque de La Mayacina para dedicar, aunque sea un rincón, a este grupo coral? De nada sirve tener una calle que, tal y como están las cosas, está condenada a desaparecer.
Álvarez
Comentarios
Cuando pensé en dedicar unas líneas a esta calle, alguno de mis compañeros pasó por el grupo de Whatsapp esa misma noticia, que apareció publicada en LNE en julio de 2021.
Si bien el objetivo del artículo no era el de criticar el estado de esa parcela, sino comentar el particular caso de la calle Ochote La Unión, buscando redondearlo un compañero se puso en contacto con la empresa que pudo haber comprado la parcela. Y digo lo de pudo, porque se hizo con otros activos de la empresa concursada, entre ellos la construcción de un edificio que se quedó a medias aquí en Mieres. La respuesta no fue ni un sí ni un no. Digamos que no se quisieron pronunciar al respecto, posiblemente, y esto es un parecer mío, porque a diferencia de ese edificio que remataron en poco tiempo, porque era promoción privada y estaba bastante avanzado, aquí hay que empezar de cero y hay que tener en cuenta el convenio que suscribió la antigua empresa con Sepes, que en cierto modo ha sido como el promotor de todo lo que se ha hecho en La Mayacina.
Esto es lo poco que sabemos sobre el tema y que, en cierto modo, corrobora la información de LNE. No hay que menospreciar el trabajo de los compañeros de LNE Cuencas (y su subdivisión Caudal), que hay gente muy buena.
Un saludo.
Igual que hay un plan de derribos mediante ejecución subsidiaria (primero paga el Consistorio y luego repercute al propietario), debería hacerse algo similar en estos casos en los que el tiempo pasa y pasa hasta sumar más de una década. Entiendo, no obstante, que pretender que pague una empresa concursada puede resultar complicado.
Un saludo.