Pergentino Bernardo García Muñiz, más
conocido como ‘Johnny Pistolas’, nació en un pequeño pueblo de Galicia en el
año 1931. De muy niño se trasladó a Mieres con sus padres, en busca, como
muchos gallegos, de trabajo.
Su padre lo encontró en lo que
entonces abundaba en este concejo: la mina. Pocos años después de su llegada a
Mieres, y de instalarse en Ablaña, Pergentino también comenzaba a trabajar en
la mina, más concretamente, en el Pozo San Nicolás.
Como muchos otros mineros se aficionó
rápidamente a uno de los pocos entretenimientos ‘baratos’ de la época: la
lectura de novelas del oeste, novelas que se adquirían en kioscos a precio muy
bajo y que muy a menudo se cambiaban como si se tratase de cromos. Sus favoritas
eran las de Marcial Lafuente Estefanía.
*Pergentino, convertido en 'Jhonny Pistolas'. |
Con ese atuendo se convirtió en
‘Johnny Pistolas’, un ‘sheriff’ y pistolero inspirado en aquellas novelas del
oeste que tanto le gustaban, que en la década de los cincuenta comenzó a
‘patrullar’, en sus ratos libres, las calles de Mieres.
Pese a que en alguna ocasión se metió
en líos (sobre todo cuando desenfundaba su arma, completamente inofensiva, ante
gente que no lo conocía), Johnny era un personaje muy querido por los mierenses,
en particular por los niños, a los que siempre daba caramelos y golosinas.
Jubilado de la minería, falleció el 16
de septiembre de 1997, a los 66 años, tras haber perdido la batalla contra una
dura enfermedad.
Su recuerdo aún permanece en la memoria
de los mierenses. Sus vecinos de Ablaña lo han homenajeado con una escultura
obra de Llonguera, situada en la parte trasera de las escuelas, en el barrio de
Sanmaniego, en la que se incluye su rostro y el siguiente emblema: “A Johnny, amigo de todos”.
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Comentarios
Es verdad que protagonizo alguna aventura digna de las novelas que tanto le gustaban, pero siempre salio victorioso.
Sucedió aproximadamente a finales de los setenta o principios de los ochenta. Unos amigos decidimos ir al cine Capitol a ver una película y en el pequeño descanso que daba antes del inicio salimos al vestíbulo a fumar un cigarro. Los que conocieron el Capitol recordaran que en el vestíbulo había dos sofás grandes; en uno nos sentemos nosotros, en el otro estaba una chica con una minifalda blanca y paseando de un lado a otro, Jhonny. Al rato, dejo de pasear, se acerco a la chica y le dijo: - Perdone usted señorita, no es por mi, es por la gente que la esta mirando, bájese la falda porque se le ven las bragas.... a continuación siguió paseando. La pobre chica se puso colorada como un tomate y tiraba como podía de la falda. Mientras, nosotros, ante la imposibilidad de contenernos, nos partíamos de risa por la ocurrencia de Jhonny y la cara que puso pobre chica.
Buena anecdota.