LA VIDA EN UN LUGAR PARA VIVIR: Paisanaje

Once años y más de 350 lugares para vivir. Ese es el balance de una sección que junto  Cómo han pasado los años es la única que han resistido al paso del tiempo y que ha acompañado a los lectores de esta web durante los últimos once años. Una sección que es hoy por hoy uno de los pilares de la página y el principal canal de tráfico en diferido, esto es, personas que hacen determinadas búsquedas en internet y acaban llegando a alguna de sus entradas.
Durante estos once años les hemos mostrado cómo son los distintos pueblos, caseríos y lugares del concejo a través de reportajes que combinan información y fotografías. Sin embargo, nuestro ‘trabajo’ en cada uno de los lugares que hemos ido visitando va más allá de lo que se ve en esos reportajes. Fruto de ello, disponemos de un archivo de centenares de fotografías que no han salido publicadas. Entre todas ellas hay un buen número de instantáneas que se corresponden con aquello que nosotros hemos llamado La vida en un lugar para vivir. Coincidiendo con nuestro aniversario, y tal y como hicimos el año pasado, hemos decidido ofrecerles unas cincuenta de esas fotografías inéditas que muestran animales, paisajes y paisanajes que nos hemos ido topando a lo largo de estos años de recorrido por la zona rural del concejo. Las hemos decidido publicar a lo largo de tres entregas, precedidas de pequeños textos explicativos y rotuladas con la fecha y el lugar en el que se realizaron. Todas se amplían haciendo clic sobre ellas.

Es frecuente escuchar eso de que en los pueblos no queda gente. Podemos demostrar lo contrario con estas imágenes de dos amables mujeres conversando en una caleya de El Fresneal o la no menos amable mujer con la que charlamos en Espineo:
En once años hemos conversado con muchísima gente en nuestro recorrido por los pueblos del concejo. Nos gustaría acordarnos de los nombres de todos ellos, pero nos es imposible. No nos da para tanto la memoria. Aun así, seguimos recordando algunos, como Tina, nuestra guía en Urbiés –en la imagen en La Valdriana, con una amiga– o Cándido, con quien recorrimos Candanal:
No recordamos, aunque nos gustaría hacerlo, el nombre de un señor muy amable con el que conversamos en Urbiés y al que nuestra cámara pilló durmiendo la siesta a la puerta de su casa. Tampoco los de todos aquellos que nos explicaron todo sobre El Tarronal hace unos años:

Durante estos once años hemos charlado con muchas personas y en alguna ocasión hemos saludado a lo que creíamos persona pero no era sino un espantapájaros. Se debería llevar a cabo un censo que indique cuántos espantapájaros se colocan en el concejo durante los meses de primavera y verano, los más productivos para las huertas. También se debería convocar un certamen que eligiese al mejor, porque hay auténticas joyas de arte. Como muestra, cuatro ejemplos:

Volviendo a las personas de carne y hueso, tenemos que confesar que algo que nos encanta de los pueblos es la capacidad de sus gentes para reconocer a los propios vecinos. Lo hemos visto en Ablaña de Riba, con su placa a Pergentino Bernardo, conocido como Jhonny Pistolas, y en La Rebollá, donde un monolito recuerda a Manuel Álvarez Ferrera, uno de sus vecinos más ilustres, con permiso del padre Ángel:
Junto a estos reconocimientos, en los pueblos suelen ser habituales otros, los autorreconocimientos que improvisan quienes levantan muros o realizan una obra en pro de los vecinos. No tenemos mejor ejemplo que este, de La Yana Les Duernes, con el que Luis, Luisín, César, Berti y Fran celebraron haber construido un muro en la entrada del pueblo:

Reconocimientos aparte, los pueblos están también llenos de gente con mucho sentido del humor, como el que contiene este aviso que vimos en La Fonda hace unos años y con el que terminamos este primer especial:
Desconocemos si la confusión entre incremento y excremento fue consciente o inconsciente, pero el resultado es un aviso muy gracioso, especialmente en el primer párrafo, que descoloca al lector hasta que se detecta el error. 

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