“Un
lugar para vivir” es
una sección que a ustedes les gusta y a nosotros nos encanta, porque nos
encanta conocer todos esos pueblos, aldeas o caseríos que semana a semana les
mostramos y nos encanta conocer a sus gentes.
Sin embargo, esa no es la única
premisa de “Un lugar para vivir”. La
idea desde un principio fue, además de mostrar todos estos rincones del ‘Mieres
para vivir’ de verdad, enseñar que se puede hacer deporte a coste cero.
Los pueblos se visitan, sin seguir
orden alguno, desde mayo a octubre, siempre a pie o sobre dos ruedas
(bicicletas). Jamás en coche (pues rompería la premisa de la que hablábamos
antes de hacer deporte sin gastar nada).
Siempre que podemos charlar con
alguien lo hacemos, pues es la mejor forma de conocer de verdad un lugar. Es
frecuente que nos den algo (pese a que nos da una rabia tremenda). En estos
años hemos vuelto a casa con piescos, uvas o higos chumbos e incluso, con un
arbolín de membrillo que nos dieron en tiesto y que este año va a dar sus
primeros membrillos.
Esa es la parte buena, pero, como
todo, los pueblos también tienen una parte mala que de vez en cuando se nos
muestra. Dentro de ella están, en primer lugar, los perros y la creencia de que
por estar en un pueblo pueden estar sueltos haciendo lo que les dé la gana. De
momento no nos ha caído ningún mordisco. Toquemos madera.
La segunda cosa mala es la
desconfianza. Siempre toca, una o dos veces por temporada, conocer algún pueblo
donde lo primero que preguntan, al vernos sacar fotos, es si es para ir a robar
o alguna burrada semejante. Cuando se les cuenta el por qué tienden a calmarse.
No obstante, es en parte comprensible, porque los robos en la zona rural están
a la orden del día.
El agua es otro peligro potencial. No
el de la lluvia, sino el de las fuentes. El año pasado Plauto se vio infectado
por una bacteria (e. coli) que le llevó a estar hospitalizado durante una
semana. El dicho de que agua corriente no mata a la gente no siempre es verdad
y es algo que tendremos en cuenta de cara a la nueva temporada.
Por lo demás, repetimos que nos
encanta recorrer lo que para nosotros es el verdadero Mieres para vivir.
Volveremos en un mes, más o menos, a salir por ahí, sin ruta fija, pero
respetando siempre cierta proporcionalidad entre las parroquias (siempre
tratamos de visitar pueblos de todas las parroquias del concejo).
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