El
fútbol estaba en auge. La gente se entregaba al deporte rey, disfrutaban de los
partidos y se creaban las primeras peñas deportivas en los pueblos del concejo.
Comenzaban a surgir los primeros ídolos deportivos, por así decirlo, los
antecedentes de los actuales Ronaldo o Messi.
Precisamente,
la afición por el fútbol y, en particular, por un equipo, el Athletic de Bilbao
y su guardameta, José Ángel Iribar, llevó al pueblo de Gallegos a convertirse
en el protagonista de numerosas noticias en febrero de 1975. ¿El motivo? El
pueblo había decidido dedicar una calle al portero, que en aquel entonces
llevaba quince temporadas en el Athletic y ocho con la selección y que había
conquistado una Eurocopa, la de 1964, entre otros muchos campeonatos.
Fueron
los miembros de la peña dedicada al Athletic quienes propusieron dedicar una
calle al portero. La idea fue bien acogida y salió adelante en un pueblo en el
que todavía se notaba la euforia del galardón al Pueblo Más Bonito de Asturias cuyos vecinos habían recibido unos
meses antes, en el verano de 1974.
Los
responsables de la idea contactaron con la directiva del equipo y les
comentaron aquello que se les había ocurrido. Consiguieron, tras algunas
negociaciones, que, aprovechando que el Athletic jugaba en El Molinón un
partido de liga, Iribar se acercase a Gallegos para inaugurar su propia calle.
El
7 de febrero de 1975 todo estaba listo para recibir al portero, que llegó
acompañado de otros futbolistas así como de miembros de la junta directiva, una
hora y cuarto más tarde de lo previsto. Tras bajarse del automóvil justificó su
retraso en que se habían perdido por las carreteras de Mieres. Al acto asistieron
alcalde en funciones, Julio Ferreiro, el líder vecinal Silvino Moro y,
obviamente, todos los vecinos, que se echaron a la calle para recibir a Iribar.
Le mostraron el pueblo y llegaron hasta el lugar donde se encontraba la placa
con su calle, que debía desvelar.
Gracias. Muchas
gracias. Inaugurar esta calle con mi nombre es algo muy importante en mi vida,
pero no quiero extenderme en palabras, porque es más difícil que parar balones
bajo la portería,
dijo antes de desvelar la placa. Paseó por su calle, recibió muchos regalos y
se tomó junto a los vecinos un vino en el bar del pueblo, antes de regresar a
Gijón para jugar el partido al día siguiente.
Así
terminaba el paso de una estrella del fútbol español por Gallegos, algo que recogían diarios de la época, como La Voz de Asturias, a cuyas páginas pertenece el recorte que acompaña al artículo.
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