14 de octubre de 1930. Un conductor
transita de madrugada por la Carretera General de Ujo. Detiene su vehículo al observar que
sobre la calzada se encuentra tendido un hombre. Se baja para tratar de
auxiliarlo. Descubre que nada puede hacer por aquel hombre, que yace muerto,
más que avisar a las autoridades.
La Guardia Civil se acerca al lugar
para examinar el cuerpo. Descubren que tiene cinco puñaladas, una de ellas, en
el corazón. Se trata de un hombre joven, de de 23 años según algunas
informaciones, de 28, según otras. Su nombre, José Fernández. Su profesión,
carpintero. Todos los medios coinciden en su intachable reputación y en que era
un hombre muy querido en Ujo, de donde era y en donde tenía un pequeño taller.
La noticia, en La voz de Asturias |
La investigación para dar con el
culpable o culpables arrancó de inmediato. Se supo que José había estado
cenando con unos amigos en un bar cercano al lugar donde había aparecido
muerto. Se conoció, por boca de estos, que había mantenido una discusión con
cinco hombres, uno de los cuales, Remigio Iglesias, portaba un puñal. Los
medios apuntan a que José y Remigio discutieron por la negativa de José a
realizarle un trabajo de carpintería en una casa que Remigio planteaba
construir.
Los responsables de la investigación
ordenaron que los cinco hombres fuesen llevados al cuartel para prestar
declaración. La investigación no se prolongó mucho al encontrar los agentes un
reguero de gotas de sangre en el trayecto entre la carretera en la que había
aparecido el cuerpo de José y la casa de Remigio. En la vivienda de este
encontraron un puñal, que coincidía con el descrito por los amigos de José. El
puñal estaba totalmente ensangrentado y en él aparecieron solo sus huellas.
Aunque en un primer momento los cinco
sospechosos fueron detenidos, el juez de instrucción, una vez practicadas las
diligencias, señaló a Remigio como autor material del crimen, exonerando de
responsabilidad a los otros cuatro. El juez estipuló que tras la discusión a la
salida del bar, Remigio se separó de sus amigos para seguir a José, al que
apuñaló en un tramo de la Carretera General con escasa iluminación, dejando allí
el cadáver. No se preocupó de de limpiar el puñal que había utilizado, ni se
percató de que lo llevó goteando sangre de la víctima hasta su casa.
Fue procesado y enviado a prisión.
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