“Apenado”.
Así se mostraba un abogado ovetense en el momento de denunciar un sorprendente
robo ante la Guardia Civil: el del hórreo que tenía en una finca cercana al
alto de El Padrún. Sorprendente fue también otro hecho: la noticia saltó
primero en los periódicos nacionales y días después los regionales se hicieron
eco de tan misterioso suceso. Todo ello ocurrió en octubre de 1975.
Recorte de ABC |
Este
abogado tenía una finca entre Aguilar y El Padrún, a unos “cuatrocientos metros
de la carretera”, según recoge la prensa de la época. Dentro de ella se
localizaba el hórreo desaparecido, de “más de doscientos años”. Los ladrones “se
llevaron el granero completo, dejando únicamente los cuatro pegoyos, que no
pudieron arrancar del suelo, donde se encuentran fuertemente anclados”, relataba
el diario El País. Sin embargo, no
dejaron rastro alguno de un proceso tan complejo como es el de desmontar un
hórreo y sacarlo, por partes, de la finca. “Se da la circunstancia de que este
tipo de edificaciones son ahora muy apetecidas para transformarlas en cómodas
viviendas de vacaciones”. Si ya los hechos eran de por sí sorprendentes, está
afirmación, recogida en la noticia publicada en ABC, lo es todavía más.
La
historia era difícil de creer, al menos tal y como la habían presentado los
periódicos nacionales. Algo de sensatez arrojaron diarios regionales como La Nueva España, cuyos periodistas
conversaron con gente de la zona. “Pero vamos a ver, ¿quién se va a arriesgar a
sacar un hórreo de una finca incomunicada por carretera?”, apuntaba entre risas
un vecino. En general los lugareños se lo tomaban con humor y no dudaban en
señalar la causa de tan misteriosa desaparición. Uno de los veranos anteriores
se había producido un incendio en una mata cercana a la finca. El fuego llegó
hasta el hórreo, convirtiendo en cenizas la estructura de madera, pero sin
afectar a los pegoyos, que al parecer eran de piedra.
El
propietario del hórreo y de la finca, pese a ser de Oviedo, llevaba mucho
tiempo trabajando en Barcelona. No solía viajar a menudo a Asturias y tampoco
era muy de llegarse a ver su posesión en El Padrún. Cuando volvió, después de
años sin ir, se encontró con que de su hórreo solo quedaban los pegoyos, así
que se plantó en el cuartel de Ablaña a denunciar lo que para él había tenido
que ser un robo. Desconocemos si fue él mismo o alguien del cuartel quien se
encargó de filtrar la noticia a los diarios nacionales, centrándola en la
hipótesis del robo que días más tarde los diarios regionales consiguieron
desmontar. En el aire quedan numerosas preguntas: ¿cuál era el estado de la
finca y de la construcción? ¿Nadie de la zona le avisó del incendio? ¿Lo sabía
y fabricó su propia hipótesis con miras, por ejemplo, a cobrar algún seguro?
Interrogantes
en torno a una historia tan sorprendente como increíble.
Comentarios
Imagino que el abogado quería sacar algún tipo de contrapartida por la desaparición de su hórreo.