No
seré yo quien ponga en duda que haya personas que realmente lo están pasando
mal y que se ven obligadas a pedir limosna para comer. Sin embargo, no puedo
evitar quedarme callado al observar cosas que no cuadran, como las que pueden
apreciar en estas fotografías:
Los cartones, con el cambio de relato, en dos imágenes separadas por siete días
Siete días separan a estas dos imágenes. En ellas se pueden leer las razones por las que pide un mismo mendigo que solía establecerse en el tramo comprendido en el que abundan sucursales bancarias, como las del Santander, BBVA, Bankia o La Caixa.
Resulta
curioso que en esos siete días que median entre ambas instantáneas el hombre haya
pasado de tener dos hermanos a tres y que al parecer se le haya muerto también
la madre. Común a los dos, el “Dios te bendiga” del final y el “soy mui [sic]
pobre” del principio. En ambos, detalles caligráficos que evidencian que la
misma persona escribió los dos carteles, como que las N que parecen H, las G
cerradas o las I mayúsculas escritas con punto encima.
Que
realizase estas fotografías no fue algo casual. Llevaba un tiempo observando
que los cartones de algunos mendigos que piden en esta céntrica calle iban
cambiando y con ellos sus mensajes. Pensé en un principio que era cosa mía, que
quizás recordaba mal lo que había leído, pero después de que me ocurriese un
par de veces, decidí tirar de cámara y ahí está el resultado.
Si
alguien quiere pedir explicaciones al mendigo, muy reconocible por su peculiar
barba, lo va a tener complicado: desapareció a los pocos días de que yo
realizase la segunda fotografía y le comentase esa pequeña diferencia en el
número de hermanos que tenía. No. No obtuve respuesta. Simplemente balbuceó
algo como si no me hubiese entendido y agachó la cabeza.
No
quiero decir nada y tampoco que paguen justos por pecadores. Qué duda cabe de
que hay gente pasándolo mal y que no tienen otra opción que mendigar. Sin
embargo, hay algunos que se delatan por las formas. ¿Qué necesidad había de
cambiar la historia vital que aparecía escrita en su cartón? ¿Por qué no
intentó justificarse cuando se lo recriminé? Es triste mendigar, pero más aún
hacer estas cosas, que de mendicidad puede que tengan más bien poco y se
prestan a muchas dudas.
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