Guardo un gran recuerdo de Figaredo,
de las tardes de verano jugando con mis dos únicos primos por parte de madre,
hace ya casi treinta años, juegos a los que siempre se sumaban otros niños. Mis
primos ya no viven allí, pero siempre vuelven a casa por Navidad. Todos
volvemos a Figaredo a juntarnos para comer un día y recordar aquellos viejos
buenos tiempos, una época a la que no me importaría volver. Supongo que a los
vecinos de Figaredo, incluso alguno al que le hemos armado buenas trastadas,
tampoco.
A comienzos de los 90 Figaredo tenía
de todo. Recuerdo que mi tía decía que era algo así como un micro-Mieres o un
mini-Mieres. Con el paso de los años ha ido perdiendo servicios a pasos
agigantados. Es la muestra perfecta de cómo una localidad puede quedar noqueada
por la pérdida de población y la crisis económica derivada no tanto del cierre
de las industrias (que también), sino de las épocas de vacas flacas de grandes
empresas.
Hace unos meses Figaredo se quedaba
sin su economato, que ya no era tal, después de pasar por El Árbol y DIA. El
único supermercado echaba el cierre. Salvan que aún quedan dos o tres tiendas
de las de toda la vida, que tienen de todo y a buenos precios.
En el 2017 Liberbank y Sabadell se
ventilaban sus oficinas en la localidad. En el caso de la última, el antiguo
Banco Herrero envía una furgoneta un par de veces por semana para que los
vecinos puedan hacer gestiones con comodidad. Figaredo ha perdido también un
centro que durante muchos años le dio cierta vidilla, especialmente a la zona
de la estación: el CeCodet, ubicado en el antiguo chalet y que se trasladó al
edificio de investigaciones del Campus de Mieres hace casi una década. Ha caído
también el Hotel Palacio de Figaredo, cerrado desde 2013, y que durante siete u
ocho años trajo algún que otro huésped y un poco de actividad a la zona. Por
cerrar, han cerrado hasta algunos de los muchos bares que había en el entorno
de la general.
Resisten un par de peluquerías, una
tienda de electrodomésticos, la farmacia, esas tres o cuatro tiendas de las de
toda la vida y poco más. Invita a reflexionar.
En una época en la que se vuelve a
hablar de cómo reconvertir las Cuencas Mineras tras el fin de las energías
tradicionales, da miedo pensar en lo que se pueda convertir esto dentro de unos
años si no se actúa pronto. Figaredo es una muestra a pequeña escala,
concentrada en una localidad, de algo que en Mieres capital y que en las
localidades con cierta población se lleva viendo desde hace unos años. “En
Mieres cierra todo”, se escucha decir muy a menudo. Los pequeños comerciantes
sufren para mantener izada la vela y seguir navegando en este mar tan revuelto.
Los grandes deciden recogerse y volver a puerto. Figaredo tiene muchos ejemplos
de los primeros, que siguen al pie del cañón, y muchos otros de los segundos,
que han salido huyendo.
¿Es demasiado tarde para revertir esta
situación? Quiero creer que no, que algún día el viento volverá a soplar a
nuestro favor.
Álvarez
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