ÁLVAREZ OPINA: Reto, tres décadas de una gran labor

Pese a que llevan en Mieres casi treinta años, poco se escucha hablar de una asociación que realiza un gran trabajo dando nuevas oportunidades a drogodependientes y personas en riesgo de exclusión social. Hablo de la Asociación Reto a la Esperanza, el Reto de toda la vida.

Fundada en 1985 en la vecina Cantabria, en los 90 llegó a Mieres con una fórmula similar a la que ya tenía en otros municipios de Asturias: un local para la compraventa de enseres domésticos y un piso tutelado para la convivencia y rehabilitación de personas con problemas de adicción, a veces muy duros. Conocí Reto allá por 1996 o 1997, cuando me encapriché, siendo una niña de once años, de un reloj precioso, de cuco, que tenían en el escaparate de su tienda en la calle Ramón Pérez de Ayala. Aquel reloj, que estaba nuevo, venía de una casa cuyos dueños se mudaban y habían donado a los de la asociación buena parte de sus muebles, cuco incluido. Todavía lo tengo, en la habitación que tenía en casa de mis padres, y todavía funciona, aunque me consta que mi madre lo tiene silenciado.
A aquella primera visita al rastro, como llaman en la asociación al local, fue seguida por unas cuantas más, a lo largo de los años, en compañía de mi madre o mi padre, hasta que la asociación se trasladó a Fábrica de Mieres, a una nave mucho mayor que el local, pero también más alejada del casco urbano. Pese a ello, seguí yendo dos o tres veces al año y llevándome algún que otro tesoro, como una edición muy particular de Bodas de sangre, de García Lorca, o un antiguo reconocimiento que le fue otorgado a una persona muy importante de Mieres y que, por cosas que tiene la vida, acabó en el rastro. Me consta, por algo que me ha dicho uno de los administradores de la web, que no soy la única que tiene un reconocimiento ajeno comprado en Reto. No voy a negar que da cierta pena, pero somos dueños de nuestro patrimonio hasta que nos vamos de este mundo y otros deciden deshacerse de él.
En todos estos años como clienta del rastro Reto he tenido la oportunidad de conocer las historias de algunos de los empleados, porque lo son, aunque estén allí para tratar distintos problemas. Hay a quien no le gusta, como a mi pareja, que el rastro esté presidido por un hilo musical que repite canciones de contenido religioso, pero la asociación tiene unos valores cristianos que son perfectamente respetables, aunque no se compartan.
Cuestiones de fe aparte, es de aplaudir que, en todos estos años, Reto haya devuelto la esperanza a muchísimas personas, a través de los muebles y enseres que recogen gratuitamente en las distintas casas y que ponen a la venta, tras limpiarlos y realizarles pequeños arreglos. Así se financian tratamientos, comidas, gastos de transporte, vestimenta, seguros… y así, con el trabajo, se rehabilitan personas a las que la asociación echa una mano para librarlas de sus adicciones.

Desconozco por qué no se ha reconocido nunca la labor que esta asociación sin ánimo de lucro realiza desde hace casi tres décadas en el concejo, así que creí necesario hacerlo yo, desde este espacio de opinión, un reconocimiento sencillo pero más que merecido de alguien que desde hace más de veinte años es clienta de su rastro y conocedora de la labor que llevan a cabo en este concejo.

Álvarez

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