Creo, sinceramente, que en los últimos dos años el concejo ha dado un salto cuantitativo y cualitativo en lo que al aparcamiento se refiere, un salto que se ha traducido en una mejor imagen tanto para los que vienen de fuera como para los propios mierenses. A principios de mayo estuvieron por aquí dos amigos míos naturales de Gijón y alucinaron con lo bien que estaba el aparcamiento de Oñón y lo cerca que estaba del centro. Oñón y La Mayacina se han convertido en aparcamientos como Dios manda y han dejado atrás su imagen de explanadas llenas de polvo, baches y basura. También esa imagen ha desaparecido del entorno del Mundial 82 y de otras parcelas situadas fuera del casco urbano, como el aparcamiento construido en Lago o el realizado en las inmediaciones del campo de fútbol de Ablaña. Sin embargo, pese a estas mejoras, aún queda una parcela con esa vieja imagen de explanada sucia y sin el más mínimo mantenimiento, una parcela de la que nadie habla, pese a estar tan cerca del centro como Oñón y La Mayacina.
El aparcamiento de la sierra de Máximo, en la imagen superior, se ha convertido en el muerto de los aparcamientos, el único que no figuró en ninguno de los planes y el único del que no se habla cuando quienes nos gobiernan hablan del impulso que se ha dado a eso de aparcar cerca del centro con cientos y cientos de plazas amplias, asfaltadas, con alumbrado y con marcadores en los accesos a los parkings y al casco urbano para saber cuál es el nivel de ocupación de cada aparcamiento. A la sierra de Máximo se sigue subiendo a través de un pegote de hormigón puesto en la calzada, atravesando una acera deshecha por el paso de vehículos y accediendo a una parcela de baches profundos, en la que el firme es tierra cuando hace sol y barro cuando llueve. Frente a ella, unos contenedores de reciclaje que suelen tener más basura fuera que dentro, lo que provoca que muchas veces cajas y plásticos acaben entre los coches. Pese a su estado, sigue siendo un aparcamiento muy concurrido, en una zona en la que no hay mucho espacio libre, más allá de cuatro plazas contadas en la calle Chema Castañón y una veintena en el tramo sin salida de la avenida de Asturias. Curiosamente, el aparcamiento linda con otra parcela asfaltada e impoluta, la del área de estacionamiento de autocaravanas.
Echaba cuentas el otro día, sobre el terreno, ya que una de mis mejores amigas vive en un bloque de la Manuel Llaneza con vistas a la parcela, y calculaba que allí podrían entrar, con una buena organización, unos sesenta coches, alguno más si se cogiese la parcela colindante, que está abandonada desde hace años. Quiero recordar que esta zona se había reservado a viviendas, en el plan Vasco-Mayacina pese a lindar con las vías de Feve y la A-66, con el ruído que ello conlleva. Me apuesto lo que quieran a que pasarán veinte años más y nadie tendrá interés en desarrollar viviendas en esa parcela, quizás sí en la que hoy está abandonada, situada en la propia avenida de Asturias. Aprovechemos entonces el terreno para un buen aparcamiento, para seguir desterrando esa imagen sesentera de vehículos aparcados sin orden alguno en una explanada de tierra en pleno casco urbano. Sigamos mejorando nuestra imagen.
Álvarez
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