CRÓNICA NEGRA MIERENSE: Un octubre turbulento en Turón (1934)

El 8 de octubre de 1934 Turón vivió uno de los episodios más oscuros de su historia: el fusilamiento de ocho hermanos de la Doctrina Cristiana, profesores del colegio de La Salle, un padre pasionista de Mieres y dos oficiales de carabineros. Seis días más tarde moría a manos de los revolucionarios de Rafael del Riego, director de Hulleras de Turón y uno de los grandes benefactores del valle en términos culturales, sociales y educativos. Aquel fatídico día también fueron fusilados el jefe de los vigilantes de la empresa, Cándido del Agua, y César Gómez, corresponsal del diario Región.

Relato de lo sucedido en el Consejo de Guerra en ABC

El 17 de junio de 1935 arrancó en Oviedo el Consejo de Guerra en el que fueron juzgados los autores de estos y otros dramáticos sucesos acontecidos con la revolución de Ochobre del 34 como trasfondo. El interés de lo ocurrido fue tal que cubriendo las sesiones del proceso hubo, incluso, medios extranjeros. Más de sesenta acusados fueron enjuiciados en un proceso que duró tres sesiones y en el que se pusieron de manifiesto diversos aspectos sobre lo sucedido.
Las diversas declaraciones no ayudan a esclarecer ni quién dio la orden de fusilar a las diecisiete víctimas ni las razones para ello.
Sí resulta interesante la declaración de Esteban Martín Colodrón, enterrador de Turón en el momento en el que sucedieron los hechos. Según recoge la prensa de la época, "en la tarde del día 5 de octubre le llamó Silverio Castañón [uno de los procesados] y le mandó que estuviese en el cementerio a la una de la madrugada. Fue al camposanto y a la una y media llegaron Silverio y José García Álvarez [otro de los procesados]". Silverio le ordenó abrir el cementerio y que esperase fuera. Él y José pasaron con los frailes. "A los pocos momentos, Esteban oyó una descarga cerrada y como a los dos minutos dos tiros de pistolas, que supone han sido tiros de gracia para los que aún no habían muerto". Amenazado por Silverio para que no dijese nada de lo que había sucedido, Esteban enterró aquella noche once cadáveres, en una zanja abierta por los revolucionarios unas horas antes.
En la noche del 13 al 14 Esteban, a eso de las dos de la madrugada, fueron a casa de Esteban Amador Fernández Llaneza y Servando García Palanca, dos de los procesados. "Ordenándole que les siguiese al cementerio […] cuando llegó a la puerta vio tres cadáveres". Ayudado por otros revolucionarios, los condujo al interior del cementerio, no sin antes percatarse de que "por el suelo había gran cantidad de masa encefálica que recogieron también". El enterrador se ocupó también de limpiar con un paño el rostro de Del Riego y aclaró, en contra de lo que se comentaba, que no contenía "mutilación alguna en la cara".

Cementerio de Turón. Fotografía del Archivo Histórico Minero

El trasfondo ideológico de estos crímenes ha difuminado algo que uno de los procesados recordaba en el Consejo de Guerra, lo arbitrario en la selección de las víctimas. La Casa del Pueblo de Turón estuvo, durante aquellos días, abarrotada de personas vinculadas a Hulleras de Turón, a la derecha del valle e incluso a la Iglesia. El 23 de junio se dio a conocer la sentencia, por la que, de los 65 hombres procesados, cuatro –Fermín López, Silverio Castañón, Servando García Palanca, y Amador Fernández Llaneza– fueron condenados a pena de muerte; 36, a reclusión perpetua, siete, a penas de doce años, y, los dieciocho restantes fueron absueltos. Ocho meses después, la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 hizo que se suspendiese la ejecución de las penas.

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