HISTORIAS DE NUESTRA HISTORIA: Paulino, un gaucho de Mieres (1957)

La vida errante de los gauchos ha inspirado novelas, películas y un sinfín de obras de arte. Quizás por eso, José María Pellanes no dejó pasar la oportunidad de dedicar un reportaje a un gaucho un tanto particular, que tras numerosas correrías por la Pampa argentina decidió reinstalarse en Mieres hace ya ocho décadas.


El gaucho en cuestión, con Pellanes en la fotografía, se llamaba Paulino Fernández Formiguera. En septiembre de 1957, cuando Pellanes publicó el reportaje en la revista Dígame, con sede en Madrid y tirada mensual, Paulino contaba con ochenta y tres años y había decidido volver a su tierra natal para pasar sus últimos años aquí. Paulino había nacido en “los aledaños de Mieres” en 1874. Emigrado a Argentina, “vivió en las Pampas como un auténtico gaucho de las llanuras”, como explica Pellanes en el reportaje. Allí llevó “una vida un poco errante, buscando aventuras a la espera de fortuna o, simplemente, como viajero empedernido”. Paulino siempre había soñado con cruzar el charco, así que, a finales de siglo, decidió partir, siguiendo el consejo de amigos que le explicaron que “esquilando y guardando ovejas en las Pampas argentinas se ganan muchos pesos”. Para allá se fue, en vapor, y allí, establecido en Río Gallegos, vivió numerosas aventuras, como la que le llevó a entrar con su caballo hasta el mostrador de una taberna para cobrarle una deuda. Vivió del ganado y soportó “las bajas temperaturas y los calores de la Tierra de Fuego, las nevadas de los Andes y la vida difícil que ponían por medio los indios pamperos”. Todo, reconocía, para conseguir “una amplia y segura cuenta corriente en los bancos de la Argentina”.
Tras más de cuatro décadas en el Cono Sur, Paulino decidió volver a Mieres. Se acercaba a los ochenta años y, sin descendencia y con ahorros, emprendió el viaje de regreso a su tierra. Se estableció en “un pequeño caserío”, del que Pellanes no da nombre, y en él, con sus ovejas y el peso de “una vida agitada y aventurera”, pasó la recta final de su vida.


Una historia, esta, la de Paulino, que sedujo a los responsables de Dígame, hasta el punto de llevarla en portada del número que se publicó en septiembre de 1957.

Ilustran esta entrada:
·Paulino y Pellanes, en la fotografía que ilustra el reportaje.
·Reproducción parcial del reportaje publicado en la revista Dígame en septiembre de 1957.

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