ÁLVAREZ OPINA: La extinción del carrín

Si hay una palabra que llama la atención de quienes me rodean y que no son de Mieres es carrín. Debe ser algo exclusiva de Mieres o la cuenca del Caudal, ya que me encontré con gente de la otra cuenca que en su vida la había escuchado. Tampoco, evidentemente, en las grandes ciudades, donde hablan de quiosco o, con suerte, puestín.


Lo triste es, también, que carrín es una palabra en peligro de extinción. Posiblemente los lectores más jóvenes ya no la usen. ¿El motivo? Nos estamos quedando sin estos quioscos en los que lo mismo te compras unos regalices que el periódico. De hecho, solo nos queda uno, en Santa Marina, el que ilustra esta entrada. Dos, si consideramos carrín el de La Pasera, el que está volado sobre el río, que para mí lo es.
Poco a poco han ido cayendo todos los que había. Recuerdo el de Les Vegues, en Figareo. También el de La Cai, en La Villa. Y el de la fray Paulino Álvarez. Había uno más en Santa Marina, que hoy acoge una máquina expendedora. En Carreño Miranda, en una de las esquinas del parque, había uno que vendía exquisitos Donuts. A la entrada estaba el que a última hora regentaban Gonzalo y Carmen, el último en caer, cerrado hace algo más de un año. La desaparición de los carrines podría enmarcarse en la pérdida de quioscos que han sufrido todas las ciudades, podría justificarse en la restricción de alguna normativa de consumo y en mil y un factores. Seguramente sea una suma de todos ellos. El caso es que nos estamos quedando sin estos puestos tan característicos del Mieres de antaño. Y es una pena. Y con su desaparición también estamos condenando a muerte a una palabra tan bonita como carrín. Y tan de aquí.
Emprendedores y emprendedoras de Mieres, si alguno o alguna se anima a coger un quiosco, por favor, llamadlo El Carrín. Sea carrín o no. No podemos olvidarnos de esa pequeña parte de nuestra historia.
Álvarez

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