Se da el
nombre de Las Casas Baratas (en Mieres, Les Cases Barates) a ciertos edificios
construidos en el primer tercio del siglo XX gracias a ayudas oficiales o
préstamos de bajo interés para albergar a la población trabajadora que se
multiplicaba en España con el proceso de revolución industrial, aunque a veces
también se dirigieron a la clase media-baja que sufría en aquella época el
mismo problema de alojamiento. Casi siempre dependían de los propios
ayuntamientos u otras instituciones como los partidos y sindicatos y podían ser
de alquiler o adquirirse en propiedad, gestionándose en algunos casos en
régimen cooperativo.
En Mieres ello fue promovido por
Fábrica de Mieres, que en abril de 1921 inició los trámites para levantar 68
viviendas en una de las zonas más céntricas de la villa, a pocos metros del
lugar donde poco después se iba a inaugurar el Liceo Mierense.
El solar elegido estaba emplazado en
la esquina de las calles Vital Aza y Marqués de Villaviciosa, que hoy se
denominan, respectivamente, Leopoldo Alas Clarín y Martínez de Vega, y el
proyecto se encargó al prestigioso arquitecto vasco Teodoro de Anasagasti,
autor entre otras obras de varios cines madrileños o de la elaboración del
diseño del ensanche para Oviedo en 1924.
Anasagasti, uno de los introductores
de la arquitectura vanguardista española,
ya gozaba de mucho prestigio cuando aceptó firmar el proyecto para
levantar estas viviendas obreras que en un principio no parecían ofrecer nada
nuevo para su currículum, sin embargo logró plantear una obra que todavía llama
nuestra atención por la forma en que supo conjugar la resolución de los
problemas de higiene y comodidad en unos edificios con una estética más que
aceptable a pesar de la carestía de materiales que se vivía en aquel momento y
el presupuesto de 627.000 pesetas con el que partió la obra.
Las viviendas se levantaron en dos
fases: primero se hicieron 20 sobre una superficie de 600 metros cuadrados y
poco más tarde otras 48 sobre 1.980 metros cuadrados. Cada una constaba de
comedor, dos dormitorios, cocina, despensa y retrete propio, mientras que para
la higiene personal se disponía de dos baños colectivos que las familias podían
usar por turnos tres días de cada mes. También en el patio interior se colocó
un lavadero para que los vecinos hiciesen allí la colada.
Que en la foto antigua se vean cuatro pisos
y que en la actualidad solo haya tres responde a que los pisos bajos fueron
reconvertidos en bajos comerciales.
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