CRÓNICA NEGRA MIERENSE: Homicidio en Bazuelo (2010)

10 de septiembre de 2010, 23.30 horas. Marco Aurelio Cárcaba y Carlos Gueimonde entran en una casa abandonada de la calle Fray Paulino Álvarez, en la que pernoctaban a menudo. Suben al primer piso y discuten. En un momento dado Marco Aurelio golpea a Carlos con su cachaba de bambú reforzada con remaches metálicos. Carlos cae al suelo y Marco Aurelio desciende a la planta baja, donde recopila diversos papeles, maderas y plásticos para provocar un incendio. Una vez los materiales comienzan a arder, Marco Aurelio abandona la casa. En el interior, Carlos fallece por inhalación de monóxido de carbono.
Este es el relato de hechos probados de lo que aconteció aquel día que figura en la sentencia 325/2013 de la Audiencia Provincial de Asturias, mediante la que se enjuicio el crimen. Sin embargo, antes de llegar a esa resolución judicial, la historia dio muchas más vueltas…
Bazuelo, el día en el que se localizó el cuerpo
A las pocas horas de producirse el incendio, los bomberos se presentaron en el lugar de los hechos y dieron por extinguido el fuego sobre las tres de la madrugada. El estado en el que quedó la vivienda, aunado al hecho de que dentro había papeles y numerosa basura hizo que nadie se percatase de que allí había un cuerpo.
El 8 de noviembre de 2010 la familia del fallecido presentaba una denuncia que dio pie a que se investigase su desaparición. Carlos tenía 51 años, había sido minero y era natural del barrio de Santa Marina, aunque en aquella época tenía su residencia en Ujo. Su familia, que vivía en Elche, denunció su desaparición tras no saber nada de él durante semanas.
Las diligencias policiales tardaron unos días en encauzarse. En concreto, hasta la declaración de Julio Valenzuela, un indigente lenense que denunció ante la Guardia Civil a Marco Aurelio por agresión. En su declaración apuntó, aunque sin pruebas, que Marco Aurelio se vanagloriaba de haber matado a un hombre y de incendiar cuatro casas en los últimos meses, dos en Mieres y dos en Lena.
Requerido para prestar declaración, Marco Aurelio se reconoció autor de los incendios y afirmó que en una casa abandonada y posteriormente por él incendiada en Los Tableros había un cadáver, aunque sin confirmar si era o no el de Carlos. Entre el 10 y el 12 de diciembre la Guardia Civil llevó a cabo una intensa búsqueda entre los escombros de la vivienda, sin que se encontrase nada.
La investigación siguió su cauce y a finales de febrero de 2011 la Policía Nacional iniciaba la búsqueda del cuerpo en la casa de la calle Fray Paulino Álvarez. El 23 de febrero, a eso de las cinco de la tarde, se encontraba un cadáver calcinado y en avanzado estado de descomposición. Junto a él, documentación de Carlos Gueimonde. Marco Aurelio era inmediatamente detenido y puesto a disposición judicial, confesándose poco después autor del crimen.
El ADN confirmó, cinco meses más tarde, que el cuerpo hallado era,  como se sospechaba, el de Carlos.
La Audiencia Provincial condenó a Marco Aurelio como autor de un delito de homicidio en concurso ideal con otro de incendio, con la concurrencia de la atenuante de alteración psíquica (por la oligofrenia que padecía), a once años de prisión (diez por el homicidio y uno por el incendio). Fue condenado a pagar las costas del proceso y a indemnizar a la madre de Carlos con 75.000 euros. 

Comentarios