Imaginen que alguien les habla de un
mirador en lo alto de una ladera. Que les dicen que es un lugar que está muy
bien para sentarse, porque tiene un par de mesas tipo merendero y algunos
bancos, y contemplar las vistas que ofrece apoyado en la barandilla que lo
rodea.
Más o menos así recordaba yo el
mirador de Forniellos, un poco por encima de Lladreo, a quince minutos de
Mieres. Había estado en él por última vez hace cosa de cuatro o cinco años, en
invierno, un día de esos fríos pero soleados que ofrece esa época del año.
Recuerdo que intenté subir hace un año y medio o dos, pero me topé con máquinas
que estaban trabajando en una mata situada por debajo del mirador y no pude
llegar. Hace unas semanas, aprovechando los últimos rayos de sol de una tarde
de octubre, decidí subir. Me sorprendió para mal cómo me encontré este pequeño
lugar. De hecho, podría decir que lo único que conserva de aquel que yo
recordaba son las vistas, mejoradas incluso después de que talasen la mata
situada debajo de él. Por lo demás, está que da pena verlo.
Estado actual del mirador |
De las dos mesas tipo merendero que
recuerdo que había solo queda una que se ha quedado sin las tablas que sirven
para sentarse. Hay también un banco cuya madera está bastante deteriorada y que
aquel día estaba lleno de lo que parecía ser resina. Se acabó lo de contemplar
Mieres apoyado en la valla que rodeaba este lugar, por la sencilla razón de que
ya no hay valla. Tampoco papeleras –recuerdo que había un pequeño contenedor–
por lo que el suelo y los aledaños están llenos de todo tipo de basura. Las
vistas merecen la pena, pero el lugar, no. Es triste que el buen recuerdo que
guardaba de este mirador se haya visto sepultado por la penosa realidad en la
que se encuentra.
Podría buscar culpables y hablar del
paso del tiempo, de lo cerda que es la gente, de los vándalos o de las máquinas
que talaron la mata, algunas de las cuales, según me comentaba un vecino, eran
aparcadas o maniobraban en lo que es el mirador. Sin embargo, pienso que es
mejor mirar hacia adelante y creer que con una pequeña inversión, destinada a
reparar el vallado y colocar un par de mesas, un par de bancos y un contenedor
pequeño o una papelera, el mirador podría volver a ser lo que era. También, por
supuesto, con un barrido y una limpieza del entorno.
Está visto, por la basura que hay, que
la gente sube y disfruta de este mirador, igual que ocurre con otros también
pequeños y próximos a Mieres, pero mejor conservados que este, como son el de
La Quinta o el de Ribono. Espero la próxima vez que suba encontrarme con aquel
mirador tan curioso y tan adecentado que conservaba en mi recuerdo.
Comentarios