Diez
años y más de 330 lugares para vivir.
Ese es el balance de una sección que junto
Cómo han pasado los años es la
única que han resistido al paso del tiempo y que ha acompañado a los lectores
de esta web durante la última década. Una sección que es hoy por hoy uno de los
pilares de la página y el principal canal de tráfico en diferido, esto es,
personas que hacen determinadas búsquedas en internet y acaban llegando a alguna
de sus entradas.
Durante
estos diez años les hemos mostrado cómo son los distintos pueblos, caseríos y
lugares del concejo a través de reportajes que combinan información y
fotografías. Sin embargo, nuestro trabajo en cada uno de los lugares que hemos
ido visitando va más allá de lo que se ve en esos reportajes. Fruto de ello,
disponemos de un archivo de centenares de fotografías que no han salido
publicadas. Entre todas ellas hay un buen número de instantáneas que se
corresponden con aquello que nosotros hemos llamado La vida en un lugar para vivir. Coincidiendo con nuestro
aniversario, hemos decidido hacer públicas sesenta de esas fotografías inéditas
que muestran animales, paisajes y paisanajes que nos hemos ido topando a lo
largo de estos años de recorrido por la zona rural del concejo. Las hemos
decidido publicar a lo largo de tres entregas, precedidas de pequeños textos
explicativos y rotuladas con la fecha y el lugar en el que fueron realizadas.
Todas se amplían haciendo clic.
Se
suele escuchar que en los pueblos no hay gente. Puede que no tanta como antaño,
pero es raro el lugar en el que no nos hayamos encontrado con alguien con quien
charlar. Vecinos fijos u ocasionales que nos han contado historias increíbles.
Nos llegaría el undécimo aniversario si nos pusiésemos a mencionarlos a todos.
Vicente, de Les Matielles; José, de L’Arzolá; Pedro y sus vecinos, de Urbiés, o
Mino y su familia, de Nandiello sirven de representantes
de todas esas amables personas con las que hemos pasado ratos de lo más
entretenidos:
Se
suele escuchar también que en los pueblos no hay niños. Estas imágenes de La
Rebollá y Tablao de Mieres demuestran lo contrario. Claro, que es probable que
estos niños sean hoy jóvenes veinteañeros (o casi):
Mientras
que eso se escucha en lo que a las personas se refiere, nunca hasta la fecha
hemos oído que en los pueblos no haya animales. No lo hemos escuchado porque,
en efecto, los pueblos están llenos de animales. Los perros abundan, algunos
tan fotográficos como estos de El Cabal y de Tablao de Turón, guardianes de las
caleyas:
En
estos diez años hemos visto todo tipo de fauna en caleyas y corrales; las
gallinas, pita pinta asturiana, que campaban a sus anchas por La Llosa Alfonso;
los cerdos que se protegían del sol al pie de un muro en La Matiná; una bonita
pata muda con sus crías en Gallegos, o una vigilante oca en Aguaín:
También
fuera de las caleyas y los corrales nos hemos encontrado con animales de
distinto tipo. Es el caso de esta búfala que pastaba en las inmediaciones de
Paxío; del simpático loro amigo de la
oca anterior; del perfectamente simétrico gato con el que nos topamos en La
Quinta, o de la tortuga que habitaba en uno de los fontanes de Grameo:
Los
animales también nos han dejado imágenes de lo más bonitas, como la de Chelo, esta
vecina de Lladreo que daba el biberón a una cordera huérfana. “Ye como un
perrín”, nos decía esta mujer mientras la cordera bebía la leche:
Mamando
(o en ello) también estaban las cachorras de esta perra que nos encontramos en
un pequeño cajón en La Teyera de Urbiés:
En
estos diez años hemos nos hemos encontrado también con unos cuantos ejemplares
de esos que hacen que Mieres pueda presumir de tener una de las más grandes
poblaciones de ganado de Asturias, con una notable presencia del sector bobino,
al que pertenecen estas vacas que pastaban en El Carboniru y Panizales:
Más
de La vida en un lugar para vivir, en
la próxima entrega.
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