CRÓNICA NEGRA MIERENSE: Una discusión que la política convirtió en homicidio (1967)

Noche del 1 al 2 de mayo de 1967. En un bar de Sueros se forma una tertulia que al poco, y por la fecha en la que se desarrolla, adquiere tintes políticos.
Por una parte, Juan Antonio Llaneza y quienes lo acompañan defienden aplicar una serie de ideas marxistas al trabajo y a la celebración del Día del Trabajador. Por la otra, José Luis Espina y otros de los allí presentes rechazan esas ideas. Entre los dos bandos existía una rivalidad política generada años atrás: Juan Antonio, metalúrgico de profesión, era un marxista convencido. José Luis, en cambio, criticaba duramente los postulados defendidos por su vecino.

Recorte sobre lo ocurrido en El País
La confrontación de ideas dio pie a una discusión que derivó en una pelea entre Juan Antonio y José Luis. La pelea se terminó cuando Juan Antonio sacó un arma con la que efectuó varios disparos que acabaron con la vida de José Luis. De rebote, hirió a otra persona y llegó a disparar contra otros dos de los allí presentes, aunque sin alcanzarlos.
“No tenía resentimientos personales hacia José Luis, pero lo consideraba políticamente enemigo”, declaró Juan Antonio en junio de 1968 en la Audiencia de Oviedo, donde se siguió un juicio en su contra por homicidio. Fue condenado a diecisiete años de prisión y a otros cinco días de arresto por una falta de lesiones derivada del disparo que, de rebote, alcanzó a uno de los tertulianos del bando de José Luis. Fue condenado, asimismo, a pagar 300.000 pesetas a la familia de la víctima en concepto de indemnización civil. Aunque la Fiscalía y la acusación particular pretendían que fuese declarado culpable de dos delitos de homicidio frustrado y lesiones, por los disparos contra otros de los presentes en el bar, Juan Antonio fue absuelto de estos delitos.
Aunque tanto la Fiscalía como Juan Antonio recurrieron la sentencia ante Tribunal Supremo –la Fiscalía, para conseguir que se le imputasen también los dos delitos de homicidio frustrado y lesiones y Juan Antonio, para que su pena se viese rebajada, alegando legítima defensa–, el Supremo declaró que no había lugar para proceder a modificar la sentencia dictada en primera instancia por la Audiencia de Oviedo.
De nuevo, una discusión, en este caso motivada por diferencias políticas, fue el detonante de un crimen que puso fin a la vida de José Luis Espina, un hombre “intachable” en palabras de algunos de quienes lo acompañaban en el bar aquella noche.

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