Echamos las manos a la cabeza cuando
encendemos la televisión y vemos que en cualquier sitio ha caido una tormenta
impresionante que se ha llevado por delante casas, coches y a veces también
vidas. El agua lo arrasa todo. Sobrecoge verlo en televisión, ¿verdad? Pues
imagínese ver buena parte de los efectos de lluvias implacables y verlos por
uno mismo. No es necesario ir muy lejos, basta con darse una vuelta por el
valle de San Xuan.
Una impresionante tormenta caída el 11
de julio de 2018 causó numerosos argayos de Los Pontones para arriba. Se inundó
parte de Ritorubio, el camino al cementerio de Vegaotos quedó hecho polvo y los
vecinos las pasaron canutas, viendo la de agua que cayó en tan poco tiempo,
menos de dos horas. Cuando el desastre parecía ir quedando atrás, el temporal
de lluvias de enero de este año volvió a armar unas cuantas. Un argayu se llevó
parte de una casa en Entrerríos y otro se comió casi la mitad de la carretera
que conducía a Tres Amigos. Hubo más argayos en la carretera que conduce a
Santo Emiliano y los vecinos volvieron, con razón, a preocuparse.
Afortunadamente no hubo víctimas, pero pudo haberlas. Un argayu cae sin
preocuparse de si hay alguien debajo o no.
Han pasado varios meses desde la
última tromba y en el valle de San Xuan se sigue viendo eso que dicen en los
telediarios sobre lo que cuesta volver a la “normalidad” tras algo como lo que
han vivido sus vecinos. Impresiona llegar a Entrerríos y encontrarte con la
marquesina del autobús aún llena de barro e inutilizable. Asusta levantar la
vista y contemplar cómo, encima de la marquesina, se ven los restos de un
argayu que se llevó parte de una casa. Los muebles del baño, las puertas, los
tabiques… Todo se vino abajo. Enfrente, en la carretera a Tres Amigos, un
argayu de gran tamaño ha cortado la carretera y bloqueado el cauce del río con
tierra y piedras. Vamos, lo ideal para que cuando vuelva a llover con fuerza el
río se salga de su curso.
Argayu en los accesos a Tres Amigos |
Aun cuando todavía queda mucho por
hacer, el Principado se puso manos a la obra este verano para levantar
escolleras y muros de contención en varios puntos de la carretera que conduce a
Santo Emiliano y el Ayuntamiento reparó los devastados accesos al camposanto de
la parroquia. Algo es algo, aunque la sombra de lo que pasó será alargada y
perdudará por bastante tiempo. Esperemos que no vuelva a suceder, que el valle
de San Xuan no se
convierta de nuevo en noticia por argayos, inundaciones o
algo peor. La naturaleza es imprevisible y por mucho que haya quienes sostengan
que este tipo de efectos se pueden prevenir con estudios adecuados del terreno,
realmente, por mucho que se pueda estudiar, es difícil ver que lo que antes era
un prau se convierta en un argayu o que baje parte de una carretera que lleva
casi treinta años sin tráfico, como pasó con los accesos a Tres Amigos.
Solo queda desear que las obras ya
hechas ayuden a evitar problemas y que se actúe, en la medida de lo posible, en
pequeños detalles que aún quedan por solucionar como la limpieza de esa
inaccesible marquesina de Entrerríos o una limpieza adecuada del río de cara al
otoño-invierno. Eso que llaman la “normalidad” tardará en reinstalarse, pero
ojalá que llegue el día en el que todo esto se recuerde como un simple mal
trago.
Álvarez
Comentarios