HISTORIAS DE NUESTRA HISTORIA: Una de 'crónicas hospitalarias' (1928)

La prensa regional fue, durante muchos años, escenario de informaciones de todo tipo. Entre las más llamativas se hallaban las que recopilaban los corresponsales en casas de socorro como la de Mieres. Esta práctica periodística, que hoy puede resultarnos sorprendente, vivió su apogeo en la década de los años 20 del siglo pasado.
Recortes de varias crónicas de la casa de socorro de Mieres en El Comercio

Y como muestra, un botón. Hemos seleccionado para esta entrega tres días de febrero de 1928 a través de la hemeroteca del diario El Comercio. El 1 de febrero, miércoles, el corresponsal recuperaba su crónica hospitalaria tras unos días sin prestarla, por razones que desconocemos. En ella explicaba que había pasado por la casa de socorro el lunes y que el domingo "nada había ocurrido" en ella, con lo que procedía a pasar lista de los heridos que llegaron a la institución el sábado anterior. "Jesús García, de diez años, de Oñón; herida confusa en la región articular derecha y contorsión en la región sigomática [sic., por cigomática] segunda". Jesús  no era el único que había ingresado aquel día. También lo había hecho "Manuel García, de diecisiete años, de Requejo; herida incisa en la región tibio tarsiana derecha y otra herida contusa en la región frontal". Más graves parecían las lesiones de otro de los ingresados, "Manuel Nogueira, de cinco años, de Sueros; quemaduras en la cara y tercio de la pierna derecha". A estos tres pacientes se sumaba una cuarta niña, "Angelita Martínez, de once años, de La Peña, herida contusa en el dedo de la mano derecha".
El 2 de febrero, jueves, el corresponsal informaba de que el martes anterior en la casa de socorro había ingresado otro chaval, "Andrés Fernández, de catorce años, de La Villa" y que lo había hecho con "herida contusa en la tibia derecha"
Ya el 3 de febrero, viernes, informaba sobre los pacientes recibidos por la casa de socorro el miércoles y el jueves. Olivo García, un joven de diecinueve años vecino de La Villa, "presentaba una herida contusa en la tibia derecha y otra herida contusa en la región nasal". Según explicaron desde la casa de socorro, "ambas heridas fueron causadas por su padre por golpes dados a causa de que su hijo jugaba al fútbol". Más accidentales habían sido las heridas de Enrique García, un niño de seis años vecino de Oñón, que fue atendido de "una herida contusa en el arco superficial izquierdo y herida contusa en la región frontal". También casual había sido el hecho de que Eufrasia Fernández, de 42 años y vecina de Murias, se clavase una aguja "en la región palmar de la mano derecha", aguja que le fue extraída sin complicaciones en la casa de socorro.
Estos tres días, elegidos al azar, nos han permitido mostrarles una tradición periodística ya desaparecida y cuestionable desde los códigos éticos que los profesionales del periodismo manejan hoy en día. Aun así, cabe reconocer en ella una labor encomiable, la de ir casi a diario a la casa de socorro y reproducir hasta el más mínimo detalle de diagnósticos que, como se ha visto, aparecen trasladados a la prensa llenos de tecnicismos, como si los propios médicos fuesen los autores de estas pequeñas crónicas hospitalarias.

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