“En una de las minas del valle de Turón se cometió un homicidio en la tarde del sábado pasado. A las dos de la tarde el operario de las minas del grupo San Víctor bajó a la plazuela del segundo piso a coger tres vagones y llevarlos al tercero; se interpuso el obrero Blas Díaz diciendo que tenía derecho preferente a ocuparlos, suscitándose una disputa. Se acometieron los hombres y el operario Alfredo Carroceda asestó una puñalada en el pecho a su contrincante, que falleció una hora después”.
Fue precisamente en San Víctor donde tuvieron lugar otros asesinatos entre compañeros de trabajo.
Avanzamos unos cuantos años hasta llegar a 1923, año en el que tiene lugar una catástrofe en Mina Baltasara, propiedad por aquel entonces de Fábrica Mieres.
El día 15 de julio de 1923 una explosión de grisú en una planta en la que habitualmente trabajaban quince obreros acababa con la vida, por asfixia, de trece de ellos, habiéndose salvado los otros dos al escapar por una galería próxima. Dada la magnitud del accidente, según recogen los diarios, el entonces diputado Manuel Llaneza junto con un ingeniero accedieron a la planta donde había tenido lugar el suceso para examinar las causas del mismo.
En los años siguientes encontramos derrumbes de galerías como los ocurridos en Minas de Figaredo y Santa Bárbara (con dos y un muerto respectivamente) así como varios homicidios entre mineros, y diversos accidentes laborales.
También hay constancia de la muerte de varios mineros en barricadas dentro de las diversas huelgas habidas en la primera mitad del siglo XX, como, por ejemplo, la huelga de veintidós días de duración y que se extendió tanto por las minas del Caudal como por las del Nalón de 1932.
La siguiente gran tragedia de la minería mierense tiene lugar el día 22 de junio del año 1959, en el Grupo Polio. Así lo recogía la prensa de aquella época:
“El dolor y la tragedia han vuelto a esta villa (por Mieres) a causa de un nuevo accidente minero. A causa de una explosión de grisú en el Grupo Polio, de la Fábrica de Mieres, perecen seis productores mineros. […] La gente de la villa comenta acerca de la tragedia, de las causas de la catástrofe. Al lugar del suceso ha acudido inmediatamente el delegado provincial de Sindicatos, don Eliseo Sastre del Blanco, el teniente de alcalde, el director gerente de Fábrica de Mieres […]”.
No pasan nada más que tres años y medio años hasta la siguiente desgracia, que tuvo lugar el día 8 de enero de 1963 en el pozo Santa Bárbara, propiedad por aquel entonces de Hulleras de Turón.
Cinco mineros fallecían en un grave accidente (no sabemos si se trata de derrumbe, explosión…). A su entierro, dos días después, acudían el arzobispo coadjutor de la Archidiócesis de Oviedo, todos los miembros de Hulleras de Turón y de Minas de Figaredo así como varios representantes políticos y sindicales.
Precisamente, y por casualidades de la vida, un día antes de esta tragedia (7 de enero de 1963) morían a causa de una explosión de fatídico grisú veintiún mineros en el Pozo Santa Eulalia, hoy Pozo Llascares (Langreo).
Cuatro años después, en 1967, en el grupo Nueva Montaña (Ablaña) morían tres mineros a causa de un derrumbe. Es también en ese año, en concreto en julio, cuando un derrabe de carbón sepulta a cuatro mineros en el pozo Santa Bárbara y, menos de un mes después, once mineros mueren a causa de una explosión de grisú en el grupo Santo Tomás, también en Turón, como se refleja en este texto conmemorativo publicado en “La Nueva España” con motivo del XL aniversario de la tragedia:
“El 14 de agosto de 1967 una ráfaga de aire helado sacudió los corazones del valle de Turón. Ése día, poco antes de las nueve de la mañana, once mineros del Coto Santo Tomás, propiedad de Hulleras de Turón, murieron asfixiados y quemados por culpa de una explosión de grisú. […]”
IMAGEN: Placa "in memoriam" de lo ocurrido en 1967 en el pozo Santo Tomás.
Continuamos con el repaso a la crónica negra de la minería llegando hasta el año 1992, volviendo a hablar del Pozo Santa Bárbara.
En esta ocasión eran cuatro mineros (uno de ellos picador) los que fallecían, a causa de un derrumbe el día 19 de diciembre de ese año. Fue tal la repercusión del suceso que hasta el Rey los recordó en su tradicional mensaje navideño.
Tres años después, en 1995, tuvo lugar una catástrofe que, de seguro, todos los mierenses recuerdan: la muerte de catorce mineros en el Pozo San Nicolás.
Así lo recogía, días después, el periódico “ABC”:
“A las 3:15 horas de aquella madrugada la detonación acabó con la vida de diez mineros asturianos y de otros cuatro empleados checos de la empresa SATRA, subcontratada por Hunosa, mientras trabajaban en la capa octava del pozo situada entre la cuarta y la quinta planta del pozo, a 400 metros de profundidad.
En el interior de la explotación conocida popularmente como Nicolasa, ubicada en la localidad de Ablaña (Mieres) y de la que se extrae carbón desde 1855, trabajaban en el momento del accidente 59 operarios, pero sólo uno de los que se encontraba en la fatídica capa octava pudo sobrevivir a la explosión.
El siniestro conmocionó a Asturias, que decretó tres jornadas de luto oficial, y especialmente a las comarcas mineras, castigadas por las sucesivas reconversiones del sector, donde los sindicatos convocaron para el día siguiente una huelga general en la cuenca del Caudal, donde se ubica el pozo, secundada masivamente. Dos días después se celebró el funeral por los 14 fallecidos en la Catedral de Oviedo, presidido por el Príncipe de Asturias […]”
NOTA: Hemos repasado las catástrofes mineras ocurridas en las distintas explotaciones del concejo de Mieres. Cabe recordar que estos no son los únicos fallecidos en las minas del concejo durante el último siglo. Son varias personas más las fallecidas por derrumbes, en barricadas y en otros diversos accidentes laborales.
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