LA TRIBUNA DE MONTERDE: ¿Qué comercio incentivaron las peatonales?

Sigo pensando que a veces, cuando quienes mandan autorizan que se realicen determinados proyectos, deberían tener a mano una máquina de visión temporal para ver qué ocurrirá en un futuro no muy lejano y ver si esos proyectos son o no rentables.

Cuando se comenzó a peatonalizar calles, a principios de los años 90, se vendió como lo mejor de lo mejor para promocionar e incentivar el comercio local.

Bajo esa idea se siguieron peatonalizando calles, hasta hace seis años, con la peatonalización de las últimas calles. La crisis (y el cambio de colores en el ayuntamiento) cortó el chorro de ideas y en el olvido quedó la idea de semipeatonalizar la calle Manuel Llaneza.

Ni todo fue tan bueno, ni todo fue tan bonito. Lo de que las peatonales eran un impulso para el comercio local fue una verdad a medias, vista desde la perspectiva temporal que otorga el estar ya en el 2016.

*Parte de la c/ La Vega, con un local comercial cerrado.

El otro día, caminando por el eje peatonal del centro, fui viendo con un poco de tristeza que desde el tramo final de la calle La Vega hasta el cruce de Jerónimo Ibrán con Carreño Miranda, hay más de 40 locales cerrados. Locales que en su día fueron sidrerías, pubs, tiendas de ropa, una librería, una administración de lotería, una peluquería, un pequeño quiosco… Locales que, por una u otra razón, cerraron y en los que nadie se interesó de cara a abrir un nuevo negocio. Porque esa es otra, ¿cuántos nuevos negocios han visto que se abrieran en calles peatonales en los últimos años?

¿Quiénes han salido ganando con las peatonales? Fundamentalmente, los hosteleros (vinotecas, sidrerías, algún restaurante...) y, por supuesto, el Ayuntamiento.

Y es aquí donde se ve el propósito auténtico de las calles peatonales. No se busca fomentar el comercio, ni aumentar el consumo en tiendas del concejo, ni ninguna de esas historias que algún día nos contaron. Se busca, simple y llanamente, recaudar. Recaudar buenas cantidades de dinero en concepto de tasas por ocupación de suelo público (lo digo por las terrazas y sus toldos). Un hostelero, con una terraza de diez metros cuadrados (puede que más pequeña que las que hay ahora) paga al año 1.250 euros por ella, toldos aparte. Y a cambio, la administración no presta más servicio que pasar las escobas de las barredoras mecánicas en la madrugada.

Luego hay casos raros, como la peatonalización de la calle Morcín (esa que está al lado del economato y que solo sirve para acceder a una comunidad de garajes) en los que no se aprecia ni la idea inicial de incentivar el comercio local (básicamente, por espacio, porque no tiene apenas locales comerciales) ni la de recaudar (más de lo mismo). Ha de ser la excepción que confirma la regla… 

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