“No pedimos el DNI. No
somos policías”. Esa
fue la respuesta que le dio un señor a otro, ambos situados justo delante de mí
en una interminable cola en un conocido banco. ¿De qué iba la cosa? Al parecer,
uno de los dos interlocutores es propietario de un bar en la zona de pubs
(calles Covadonga, La Vega y parte de La Villa). Lo deduje tras oírle, minutos
más tarde, hablar maravillas (nótese el sentido irónico) de un conocido
representante vecinal de la zona.
Antes,
retomando con el comienzo del artículo, el otro señor le preguntaba qué tal iba
el negocio. “Bien, vamos tirando gracias
a los chavalucos”, le respondió el dueño del negocio. “Pero tenéis que vigilar un poco con eso de servir a mayores de edad y
tal, ¿no?”, le inquirió el otro. A esta pregunta, la respuesta con la que
abría esta tribuna.
Una
conversación que derivó a otros derroteros, como los horarios de apertura y
cierre del local: el empresario lamentaba que las ordenanzas les obligasen a
cerrar a las tres de la madrugada del viernes al sábado, permitiéndoles abrir
tres horas más tarde, a las seis. El fumar o no fumar en la calle y otras cosas
que tampoco tienen trascendencia.
*Calle Covadonga. |
Esto
fue un lunes. Esa misma semana, el viernes, un servidor atravesaba La Villa
hacia las siete y media de la tarde. Al lado del río Duró, bajo un edificio de
color anaranjado, cinco o seis jóvenes hacían botellón (bebían en vasos anchos,
con un par de botellas en el suelo, metidas en bolsas de un supermercado). No
puedo concretar sus edades, pero posiblemente fueran menores de edad, o al
menos, lo aparentaban. Un coche patrulla de la Policía Local pasó, suavemente
por la calle. Quien lo condujese, hubo de verlos. Sin embargo, no pasó nada.
A
la semana siguiente, la prensa local recogía las críticas de los vecinos hacia
la Policía Local sobre su pasividad ante el botellón y el problema de los
menores bebiendo. Uno o dos días después desde la Policía quitaban hierro al
asunto.
Algo
falla seriamente. Los que deberían cumplir la norma, la ignoran y los que
deberían velar por su cumplimiento, lo hacen de aquella manera. Todo ello, en
un concejo en el que no hay ordenanzas que prohíban el botellón, como sí ocurre
en otros municipios asturianos, como Gijón.
O
algo cambia o este escenario de impunidad va a acabar por ser la tónica general
en este asunto. Tiempo al tiempo...
Tweet
Comentarios
Te pongo por ejemplo el fumar. No se puede vender tabaco a los menores, pero si pasas por la puerta de cualquier instituto a la hora del recreo o a la de salida, verás a menores fumando. Sí, que debería protegerse su salud y su sano desarrollo, pero al final el sistema que hay, tal y como está diseñado, permite tantas trampas que al final es como si no hubiera ninguna prohibición.
La crítica que ficieron dende l'asociación de vecinos de la zona paeciome más que xusta, pero paez que escoció a quienes yos compete esta materia: los que deben velar per mantener l'orden públicu y que nun se salten les leyes a la torera y que paez que nun lo tan faciendo.