Decía
con cierta ironía José Manuel Pérez Fernández, experto en urbanismo al que he
tenido la suerte de escuchar en varias ocasiones, que Asturias es la región de
España con más polígonos para aprender a conducir. Sí, polígonos con una
ocupación y producción ínfimas, fruto a veces de reconversiones industriales
fallidas o de los estragos de la crisis, que solo sirven para que los chavales
que están sacando el carnet de conducir vayan los fines de semana con sus
padres a dar unas vueltas con el coche. En Mieres no nos libramos de ello, y el
más claro ejemplo es el polígono industrial de La Cuadriella, enclavado en el
centro del valle de Turón.
Vista del fallido polígono industrial de La Cuadriella |
15.000 metros cuadrados de superficie, gran
parte de los cuales construidos tras el cierre de las minas del valle, con el
objetivo de evitar que la industria y el empleo se resintiesen en la zona.
15.000 metros cuadrados en los que se asentaron diversas empresas, en su
mayoría con ayudas económicas procedentes de fondos mineros, que acabaron en
concursos de acreedores y figuras análogas, con sus naves e instalaciones
embargadas y puestas a la venta, sin éxito, por los bancos. Hoy en día el
polígono solo tiene una empresa funcionando. Por el camino se quedaron Umaña,
Diasa Pharma y una larga lista de nombres de empresas que desaparecieron
dejando gente en la calle y deudas, muchas deudas. Hoy por hoy el polígono de
La Cuadriella se usa solo para conducir (de hecho, hay autoescuelas que lo usan
para aprender a sus alumnos a manejarse con la moto) y como aparcamiento para
vecinos de la zona y algunos camioneros que hacen que a veces parezca un área
de descanso. Las aceras no se ven ya gracias a la maleza que las invade y que
lo muestran todavía más como un polígono fantasma.
¿Qué falló? Muchas cosas. Falló, para empezar,
el tipo de empresa para la que se pensóel polígono. Quizás hubiera sido mejor
apostar por pequeñas empresas, en vez de medianas y grandes empresas como lo
fueron Umaña o Diasa Pharma. El polígono de Vega de Baiña es la muestra clara,
con sus naves nido, de que a la larga, esas pequeñas empresas han funcionado y
algunas de ellas, incluso, han crecido, con negocios de toda la vida:
carpinterías, talleres, fontanerías... Seguro que en Turón, con más actividad
comercial que la zona de Baiña, también hubiera funcionado un sistema parecido
de naves nido. También falló la política de poner las cosas fáciles, demasiado
fáciles, a aquellos que optaron por instalarse en La Cuadriella, dando fondos
sin prever, por ejemplo, garantías claras de devolución de lo recibido en caso
de que la empresa acabase mal, como acabaron muchas de ellas.
Sé que el tema de los fondos mineros y todas
estas empresas fallidas es uno de los más espinosos de la historia reciente de
Mieres, y que se ha tocado en muchas ocasiones en la prensa, pero no he podido
evitar escribir algo después de dar una vuelta el otro día por el espectro del
polígono de La Cuadriella, otra muestra más de lo que pudo haber sido y no fue.
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