ÁLVAREZ OPINA: Corren buenos tiempos para peatonalizar

Estamos todos obsesionados con caminar. El confinamiento nos ha impulsado a ponernos los playeros y salir a andar como si no hubiera mañana, que para eso estuvimos más de mes y medio en casa. Puede sonar exagerado, pero es la realidad y basta darse una vuelta por cualquier paseo o por cualquier calle, a cualquier hora, por la mañana o por la tarde, para comprobarlo.
Buscando favorecer el ejercicio y garantizar la distancia interpersonal, los famosos dos metros, el Consistorio adoptó hace algo más de un mes una de las mejores medidas que pudo haber adoptado: cerrar al tráfico las calles Doce de Octubre y Escuela de Capataces, entre Manuel Llaneza y Carreño Miranda, hacer lo propio con la carretera que une el pozo San José con el Santa Bárbara, en Turón, y ampliar por varias calles, cerradas también al tráfico, el mercado dominical. Durante un par de semanas se cerró, además, la carretera entre Gonzalín y El Pedroso, aunque esta se reabrió cuando comenzamos a desescalar en firme. Quiero dejar claro que, sobre este aspecto, se pronuncia la Álvarez peatón y que entiendo las molestias y críticas que se han visto, oído y leído, de residentes y comerciantes, especialmente a propósito del corte de las calles Doce de Octubre y Escuela de Capataces.
Esta, para mí, una muy buena medida, no ha sido algo exclusivo de Mieres, ya que prácticamente todos los concejos asturianos han restringido el tráfico en algunas calles. Los peatones hemos tomado el asfalto que hasta hace unos meses era exclusivo de los coches y hay consistorios, como el de Oviedo, que estudian que esto sea para siempre, pues no en vano se mira a un futuro con cada vez menos coches en el centro de las ciudades. A mí no me molestaría que en Mieres sucediese algo así, y, vuelvo a insistir, no soy ni comerciante ni vecina de las calles afectadas, pero respeto que haya diversidad de opiniones. Y lo mismo puedo decir de la ampliación del mercado dominical, que para mí debió haberse hecho antes, teniendo como tenemos a dos pasos de la plaza los jardines de Juan Vicario –que de jardines tienen ya poco– y el propio parque Jovellanos.
Quizás sea el momento ideal para ver cómo funcionan estas peatonalizaciones impuestas por la situación que vivimos, provisionales, o eso parece, y ponerse a pensar en hacerlas definitivas, previo consenso con vecinos y comerciantes. Aunque hable de calles, todo esto lo hago extensible también a carreteras como esa de Turón que permanece cerrada al tráfico. Estamos en un momento clave para ver si el peatón ganará finalmente ese espacio que ansía arrebatar al coche o si, por el contrario, todo seguirá siendo igual que antes de la pandemia.    

Álvarez

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