Un jueves de mediados de julio un grupo de cuatro amigos decidimos salir caminando desde Santu Miano o Santo Emiliano para volver a Mieres por el trazado del anillo ciclista.
Otro amigo, menos deportista, fue el que nos llevó en coche hasta el alto. Mientras subíamos, iba observando que todos los contenedores tenían pegado un papel de gran tamaño. Tras apearnos en el alto y dar una vuelta por Santu Miano, volvimos sobre nuestros pasos para bajar hasta El Quempu y, allí, tomar la carretera que conduce a L'Acíu, previo paso por Planta. En esta última aldea pude, por fin, enterarme de qué era aquel papel que había en todos los contenedores. El aviso invitaba a utilizar dos números de teléfono para pedir la recogida gratuita de trastos y enseres e invitaba a reciclar, dejando los contenedores solo para residuos sólidos urbanos.
Pese a ello, justo al lado del contenedor se acumulaba madera, restos de escombros y hasta lo que pudo ser parte de un armario. En el grupo comentamos algo sobre aquel montón de cosas inservibles y el aviso. Sin darnos cuenta, nos escuchó un vecino que pasaba por allí. "Eso ya lleva ahí más de una semana", nos contó. Le pregunté si no habían dado aviso al número que tiene el servicio gratuito de recogida de enseres. "No lo sé, yo no lo tiré", me aclaró. "Lo que sí te puedo decir es que los contenedores ya vinieron a vaciarlos dos veces desde que toda esa madera apareció junto a ellos".
Adiviné, a juzgar por sus palabras, que el problema tenía dos patas. Una, que no entiendo, la aparente reticencia a llamar para pedir un servicio cuyo único coste es el de la llamada. Quiero pensar que si alguien hubiera llamado, aquello no estaría allí. La segunda pata del problema es la pescadilla que se muerde la cola. Sin llamada, no se recoge, pero sí que pasan por el pueblo, una vez a la semana, operarios municipales a recoger la basura de los contenedores. Operarios que se bajan del camión, quitan la cadena que rodea a los contenedores, los enganchan al camión y, tras vaciarlos, los devuelven a su sitio. Coincidirán conmigo en que tienen tiempo para ver todas las cosas que hay al lado de los contenedores, tomar nota y pasar el aviso al servicio de recogida de enseres. Algo tan sencillo parece que no sucede y lo que comienza siendo un lugar donde se tiran cuatro tablas puede acabar convertido en un vertedero ilegal. Es culpa del que tira cosas y no llama para recogerlas, evidentemente. Pero si quienes pudiendo dar un toque para que las recojan, no lo hacen, el problema va a seguir estando ahí.
Más allá de este caso concreto, aplaudo al Ayuntamiento por su idea de pegar en todos los contenedores que vi en esta zona los papeles con los números de teléfono del servicio de recogida de trastos y enseres y esa invitación a reciclar. Extendería estos folios a todos los pueblos del concejo, sinceramente. Sin embargo, hace falta reforzar la comunicación entre servicios y que, como parece que ha pasado en Planta, si los operarios de la recogida de basuras ven todo lo que hay allí, den aviso a los del servicio de recogida de enseres y trastos. Creo recordar haber visto en Bustiello un gran tablón que advierte de que junto a los contenedores del poblado minero no se pueden depositar trastos, bajo amenaza de multa y con los números del servicio de recogida bien grandes. Quizás sea conveniente colocar alguno más. Insisto en lo que comentaba hace unas líneas: la nevera que se deja al lado de un contenedor puede dar pie a un vertedero si nadie pone de su parte para evitarlo. Ahí está, sin ir más lejos, el ejemplo de Los Pontones que nos mostraba un lector o lectora hace un par de ediciones en el Usted denuncia.
Álvarez
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