UN LUGAR PARA VIVIR: El Gurugú

La parroquia de Santa Cruz cuenta con 788 habitantes repartidos en sus 4,07 kilómetros cuadrados de extensión, en los que encierra algo más de cuarenta pueblos lugares y caseríos, algunos de ellos despoblados y de difícil acceso, como EL GURUGÚ, que visitamos en esta entrega.


"Calculo que lleve cuarenta años sin vivir nadie ahí. Porque me acuerdo que cuando yo era pequeña los dueños subían y bajaban, pero ya no se quedaban nunca", nos relata una vecina de Bustiello, sobre este caserío, encaramado en la ladera que mira al poblado desde la antigua carretera entre Mieres y Aller.
Dos antiquísimas viviendas componían EL GURUGÚ. De una, utilizada como vivienda, solo quedan escombros entre la vegetación, que también ha devorado lo que antiguamente fueron prados y tierras de labranza. La segunda, reconvertida en cuadra, aún se mantiene en pie, gracias a una cantería imponente. No obstante, la maleza cubre ya más de la mitad de su fachada.
Eucaliptos, mimosales y algún que otro árbol frutal son la única vida que se puede observar en este lugar, que, según nos cuentan, llegó a estar comunicado con Grameo a través de un sendero hoy impracticable.
Situado a 360 metros de altitud, EL GURUGÚ solo ofrece hoy unas imponentes vistas del poblado minero de Bustiello. Este caserío, situado bajo un picacho rocoso que bien pudo haberle dado nombre, es el primero de una serie de tres reportajes con los que pretendemos rendir nuestro particular homenaje a quienes hicieron posible que hubiese vida, donde hoy solo hay ruinas.

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