El 4 de diciembre de 1996, hace justo un cuarto de siglo, se inauguraba el Monumento Internacional al Minero.
Vega de Arriba se llenó de gente aquel frío miércoles en el que, tras casi un año de trabajo, el escultor Miguel Ángel Lombardía presentaba su obra.
El monumento, de cuatro metros de altura y hecho en bronce, fue concebido como un homenaje a todos los mineros y, en especial, a aquellos que dejaron su vida en las entrañas de la tierra. Se llevó a cabo gracias a una suscripción popular que arrancó poco después del trágico accidente del 31 de agosto de 1995, en el que catorce mineros perdieron la vida en el pozo Nicolasa. La elección de Lombardía como escultor y de los jardines de la plaza de La Paz para ubicar la escultura no obtuvieron mayores problemas, lo que posibilitó que el monumento estuviese listo para su inauguración en el día de santa Bárbara de hace ya veinticinco años.
El Monumento Internacional al Minero, que representa a un hombre con el torso desnudo y en cuyo interior se encuentran una rampa de mina y una llama, se convirtió rápidamente en un símbolo de Mieres y de la minería. Protagonista de postales, calendarios, imanes y numeroso merchandising por parte de instituciones y empresas, el Monumento Internacional al Minero sigue, veinticinco años después, dando la bienvenida a quienes entran al casco urbano por Vega de Arriba, al tiempo que recuerda el papel de la minería y sus trabajadores en este concejo.


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