La guerra civil trajo consigo la necesaria huida del país de miles de niños, los popularmente conocidos como niños de la guerra. Una de ellas fue la mierense Nieves Cuesta.
Nieves, en una fotografía del 2009 |
Nieves Cuesta Suárez nació en La Pereda el 16 de agosto de 1925. Hija de un minero y una ama de casa, la familia se mudó en 1926 a una casa que alquilaron en Brañacastañar, muy cerca de la de los abuelos paternos y con vistas a Nicolasa, donde trabajaba José, el padre de Nieves. Allí transcurrió la infancia de Nieves, entre gallinas, ovejas y un pastor alemán, en un entorno rodeado de bosques y una cada vez más incipiente industria minera. En octubre de 1934 un hecho cambió para siempre su vida: su padre fue uno de los más de 3000 hombres que cayeron en los campos de batalla o fueron asesinados por la represión. A sus nueve años, Nieves, que era la mayor de cinco hermanos, se puso a trabajar en La Pereda para ayudar a una tía enferma. Unos meses más tarde, junto a tres de sus hermanos –Pepín, Tina y Tino–, Nieves ponía rumbo a Alcoy, en Alicante. Los Guardiola, una familia alicantina con notable solvencia económica les había dado la oportunidad de llevar una mejor vida fuera de Asturias.
La ideología republicana de la familia Guardiola los llevó a ver mermados sus negocios durante la guerra y a tener que exiliarse una vez concluyó la contienda. En 1939, Nieves, sus hermanos y sus padres adoptivos llegaban a Leningrado (actual San Petersburgo), desde donde, tras una breve estancia, se trasladaron a Járkov, en el este de Ucrania. En este país vivió hasta 1944 cuando, ya enamorada de Ángel, otro exiliado asturiano y el gran amor de su vida, puso rumbo a Moscú.
Formada en idiomas e historia, ejerció como profesora de español en Moscú a comienzos de los años 50. Para ese entonces, Nieves y Ángel tenían ya tres hijos y llevaban una vida desahogada en Rusia. Sin embargo, tanto ella como su marido deseaban volver a España, y en diciembre de 1956 tomaron la decisión de emprender el viaje en uno de los barcos que salió de Crimea a comienzos de 1957. Tras arribar al puerto de Valencia y pasar unas semanas en Alcoy, Nieves y Ángel pusieron rumbo a Asturias. "Visitamos a toda mi extensa familia en Mieres y Ablaña, aún vivían todas las tías, tanto por parte de mi padre como por parte de mi madre […] Había bastante pobreza en general", recordaría años después,
Instalados en Moreda, el matrimonio y sus hijos se trasladaron meses más tarde a Avilés, ya que Ángel entró a trabajar en Ensidesa. Nieves decidió convertirse en ama de casa a tiempo completo. "No supe aprovechar los conocimientos que había recibido en Rusia, desaproveché alguna ocasión que se me presentó […] me encerré en mis cuatro paredes, me dediqué a aprender a cocinar unas lentejas, a limpiar y freír unas bacaladas, a sacar brillo a la chapa de la cocina de carbón […]", rememoraba.
Nieves y Ángel, a finales de los 40 en Rusia |
Nieves falleció en Avilés el 4 de junio de 2015, a los 89 años de edad, trece años después de perder a su marido. Una parte de sus cenizas fueron depositadas en un punto del bosque que une Brañacastañar con El Yenu La Tabla, esa mata que tantas veces recorrió siendo niña y en la que, en su honor, sus familiares plantaron un acebo.
Ayudada por sus hijos y nietos, en 2009 relató su trayectoria vital en Simplemente mi vida (ed. Azucel). Precisamente, es su familia la que administra el blog Simplemente la vida de Nieves (www.simplementelavidadenieves.blogspot.com), una bitácora digital que recoge numerosas historias de los refugiados de la guerra civil española.
Ambos proyectos surgieron con un deseo de Nieves, el de que "a nuestros nietos, bisnietos, sus descendientes y los descendientes de sus descendientes jamás tengan que llamarlos niños de la guerra, como a nuestra generación, sino que sean felices niños de la paz eternamente".
📷 Fotografías extraídas del libro Simplemente mi vida
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