Cuatro años después de su muerte, la revista La Esfera puso rumbo a Mieres para conocer el lugar donde Vital Aza había vivido sus últimos años. Lo hizo con el crítico literario Andrés González-Blanco como corresponsal. Corría febrero de 1917 y el Gómez-Blanco, con raíces asturianas, describía que "en el rincón que había de dar más rendimiento y lustre al Principado, constituyendo su más intenso centro fabril, en la villa de Mieres del Camino, […], hoy gran laboratorio de ideas avanzadas, foco de metalurgia y minería, nació Vital Aza a mediados del siglo pasado". Este dato no es correcto, pues, como ya hemos señalado, Vital Aza vino al mundo en Pola de Lena.
El reportaje se centra, a continuación, en la trayectoria artística de quien contribuyó "al buen repertorio cómico español […]", con títulos como Aprobados y suspensos (1875), El señor cura (1890), La rebotica (1895) o La Praviana (1896).
"Vital Aza no morirá del todo en la memoria de los españoles, y menos aun en la de los asturianos. Solo con La Praviana orientó mejor que nadie pudiera hacerlo el teatro regional, el teatro de ambiente, el único teatro posible en Asturias", una región que, según apunta el autor del reportaje, ve perder "de día en día el bable", con una tendencia "no a perfeccionar el bable, sino a hablar cada vez mejor el castellano". "Por mi parte, bien perdido está", afirma González-Blanco.
Tras su digresión sobre el asturiano, el reportaje vuelve sobre Vital Aza para describirlo como un hombre "discreto". "Retiróse a su casa, feliz padre de familia, con dos hijos ya encauzados en la vida, el único médico aplicado que ya se ha dado a conocer en trabajos de ginecología, el otro ingeniero culto y amante de las letras…", explica el autor de esta pieza periodística. Fue en esa casa de Mieres, "verdadera casona asturiana, con finca alrededor, praderías verdes, clásica pomarada, vacas maternales paciendo mansamente…", donde Vital Aza escribió buena parte de su obra.
Apunta González-Blanco que Vital Aza "yace, por disposición expresa, en el cementerio de Mieres del Camino, entre las flores silvestres y bajo la lluvia". De su casa en Oñón no queda nada más que el recuerdo de quienes la conocieron.
Coincidiendo con el centenario de su muerte, Vital Aza fue proclamado Hijo Adoptivo de Mieres. Junto a este reconocimiento, cuenta también con una calle con su nombre, que une el Ayuntamiento con la calle Covadonga.
Fotografías: La Esfera y Biblioteca Nacional de España
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