ENTREVISTA: Maxi Rodríguez, actor y director


Actor, dramaturgo, guionista, director… Maxi Rodríguez es un hombre polifacético. Nacido en El Pedroso, el valle de Cuna y Uxo vieron formarse a quien, recuerda, sintió "una irremediable vocación actoral" desde crío.
En su haber profesional, grandes hitos en televisión, cine y teatro, medio en el que debutó y al que reconoce profesar un especial cariño. Nuestra web despliega la alfombra roja para recibir a Maxi Rodríguez.

"No deberíamos tomarnos demasiado en serio a nosotros mismos. Conviene desdramatizar, pues si no aligeramos la carga de drama, vivir resultaría insufrible"

–¿Cuándo supo aquel niño nacido en El Pedroso que lo suyo era el séptimo arte, delante y detrás de cámaras?
–Siempre tuve una gran pulsión por contar historias, fijarme en lo que ocurría a mi alrededor y tratar de reflejarlo, tanto a través de la escritura como de la representación. Desde crío sentí una irremediable vocación actoral, formé parte de muchos grupos de teatro y con el tiempo era casi inevitable que acabara abordando otros medios expresivos como la tele o el cine.

–Un cuarto de siglo después, su nombre sigue asociado a Siete vidas, la emblemática comedia de Telecinco y Globomedia, de la que fue guionista. ¿Qué recuerdos guarda de esta serie, rodada con público en plató, al más puro estilo de las sitcoms americanas?
–Muy buenos recuerdos, un tiempo de aprendizaje de los entresijos del mundo televisivo (yo provengo del teatro) y sobre todo, la oportunidad de compartir trabajo con un puñado de guionistas brillantes y un elenco espectacular.

–En el 2000, junto a Javier Maqua, firmó los guiones de Carne de gallina, una película rodada íntegramente en Mieres, que se estrenó en el FICX de 2001 y llegó a las salas en febrero de 2002. Sabemos que siguió de cerca el rodaje, ¿qué fue lo más fácil y lo más difícil del mismo?
–Seguí tan de cerca el rodaje que interpreté a uno de los protagonistas de la película: Ceferino. Mi primer personaje protagonista en un largometraje. Todo un reto. Y una gran responsabilidad. El hecho de ser coguionista y formar parte del reparto entre compañeros que llevaban ya muchas pelis a sus espaldas, supuso un compromiso absoluto con el proyecto. Sentí que me jugaba mucho rodando en localizaciones donde había transcurrido mi infancia y levantando una historia en la que Javier y yo teníamos mucha fe pero que nunca sabes cómo puede funcionar. Lo más difícil era tratar de estar al nivel de los demás.
Y lo más fácil, dejarte contagiar por el entusiasmo de tantísimos actores y figurantes asturianos.


–Comentaba Karra Elejalde hace unos años que usted intentó enseñar “acentillo asturiano” a los actores, entre ellos, además de Errejalde, Nathalie Seseña, Anabel Alonso, Isabel Ordaz o Amparo Valle. ¿Cómo fue esa particular instrucción a este grupo de actores y actrices, entre los que no había ningún asturiano?
–-Afortunadamente, las actrices y actores que venían de fuera tenían una voluntad de inmersión lingüística que les hacía mezclarse continuamente con todos los vecinos de
Vistrimir, y con los asturianos que tenían papeles de reparto. Así, se empaparon de nuestra forma de hablar. Al final creo que, entre todos, logramos un tono que da a la película mucha credibilidad.

–Considerada por muchos una película de culto, Carne de gallina contó con un presupuesto que, al cambio, se situó en torno a 1,9 millones de euros, según diversas webs especializadas. ¿Era más fácil conseguir financiación para una película antes que ahora?
–La verdad es que desconozco los detalles económicos de la producción. De eso se ocupa gente especializada en urdir los proyectos, buscar financiación y demás. Pero está claro que antes había más dinero para levantar cierto tipo de películas. Ahora ha cambiado mucho el mundo del cine, los equipos de rodaje, la asistencia a salas, las plataformas de exhibición…

–En 2015 Maqua y usted llevaron Carne de gallina al teatro. ¿Qué proceso se sigue para convertir el guion de un filme en el texto de una obra teatral?
–En el caso de Carne de gallina fue, entre otras cuestiones, un trabajo muy interesante de síntesis y actualización. Había que prescindir de mineros, animales, niños, vecinas y vecinos… Y además incluir elementos nuevos para “aggiornar” la trama. Los móviles, por ejemplo. Yo salgo en la película hablando por el teléfono fijo de casa y veintipico años después casi nadie tiene teléfono fijo. El uso de celulares, a su vez, te permite unas posibilidades tremendas de colar información y hacer que sucedan cosas, que gire la trama.
Es un juego dramatúrgico muy interesante. Para mí pensar en los códigos del teatro fue, en el plano creativo, como regresar a mi casa.


–En esta edición dedicamos el último Mieres de cine a Literato, su último trabajo para la gran pantalla, una película que usted escribió y protagonizó y que se rodó en Mieres el año pasado, en apenas unas semanas. ¿Cómo surgió este proyecto?
–Carlos Navarro y yo teníamos en mente presentar una serie para la TPA pero no resulta fácil, financieramente hablando. Así que convertí el material de escritura en un largometraje que pudiéramos rodar con muy poco dinero y en muy poco tiempo. Hay una voluntad de autoparodia, un sentido del humor bastante ácido y un equipo reducido pero que se volcó en el proyecto desde el primer momento.

–Al igual que sucedió con Carne de gallina, el FICX acogió el estreno de Literato, antes de pasar a las salas de cine. ¿Qué balance hace de su estreno?
–Muy bueno. Tanto en el pase con público como en el encuentro posterior notamos muy buena recepción por parte de los espectadores.

Carne de gallina se encuentra disponible en varias plataformas. ¿Sucederá lo mismo con Literato?
–Eso espero. Pero esta es otra liga, una peli muy pequeñita y sin distribuidora, que tendrá su recorrido gracias al boca-oreja. A ver si hay suerte.

–Completando un poco la pregunta anterior, ¿qué papel juegan las plataformas hoy en día en la industria, más allá de esa segunda ventana en la que se convierten?
–Creo que están contribuyendo a modificar los hábitos de consumo de las películas. A la gente le cuesta más ir a las salas. Por otra parte, ofrece nuevas oportunidades de trabajo aunque los productos que financian tienen todos un sesgo muy determinado.

–Ha hecho y hace humor, así que no podemos dejar escapar una pregunta. ¿Alguna vez se ha autocensurado sobre los temas a tratar desde el humor? Muchos cómicos y gentes del espectáculo han lamentado la aparición de límites al humor en los últimos años...
–Todo depende cómo se haga. Y lo más importante: empezar por reírse de uno mismo. No deberíamos tomarnos demasiado en serio a nosotros mismos. Conviene desdramatizar y quitar hierro a lo que nos pasa. Si no aligeramos la carga de drama, vivir resultaría insufrible. Yo trato siempre de no ofender, pero hay gente tan predispuesta a sentirse ofendida que a veces resulta realmente muy complicado…

–En los últimos años la aparición de plataformas ha sido inversamente proporcional a la desaparición de los cines. En Mieres se cumplirá pronto un año sin salas de cine. ¿Considera reversible, a corto o medio plazo, esta situación?
–Imagínate, yo en Mieres conocí el Capitol, el Esperanza, el Novedades... En todas las ciudades pasa igual, las salas lejos del centro y hacinadas en un hiper comercial. Ojalá se pudiera revertir esto, pero, tristemente, no creo que el ocio del futuro pase por ahí.


–¿En qué se encuentra trabajando Maxi Rodríguez en estos momentos? Sabemos que no para, entre guiones, colaboraciones con prensa, conferencias…
Cocinando historias, como siempre. Soy autónomo y tengo que producir para vivir. El último trimestre no ha ido mal con dos estrenos teatrales (Los polvos melancólicos y El Chigre Menguante) y el estreno de una película (Literato) pero ahora, como dice un amigo mío, “hemos vuelto a nuestro paro”. Así que nada, a seguir inventando…

–Dicen que no hay dos sin tres. ¿Volverá a rodar en Mieres tras Literato y Carne de gallina?
–Me encantaría.

Fotogalería:
·Retrato de Maxi Rodríguez (www.maxirodriguez.net)
·Nuestro entrevistado, en sendas escenas 
de Carne de gallina (1999) y Literato (2003)
·Maxi Rodríguez en el montaje 
Los polvos melancólicos (2023) (Diario El Comercio)

Comentarios

Uno de Mieres ha dicho que…
Le sigo desde que ni profesora de lengua castellana del instituto, nos llevó a ver una obra suya en la que salía Alex ángulo más o menos en el año 96 o 97, me consiguió un autografo de Alex que todavía guardo, la obra se llamaba Abocados. Un saludo a Maxi y aprovecho para mandar otro a mi profe Marta Santamarta.