Si en la anterior entrega viajamos al siglo XIX, origen de las publicaciones periódicas locales, en esta continuamos nuestro recorrido por la primera mitad del siglo XX. Debemos, para ello, efectuar una primera parada en el 14 de agosto de 1904. Ese día se publica el primer número de El Cañonazo, un semanario fundado por el maestro republicano Alfredo Pahissa Cánaves (o Cáñones, según algunas fuentes). Su redacción se sitúa en el número 29 de Requejo y se imprimía en Pardo, Gusano y Comp., una imprenta ovetense. Solo cuenta con dos números, pues Pahissa abandonó su dirección y redacción justo a escasos quince días de la publicación del primero.
El número 26 de La Villa se convierte en la sede de la redacción de Democracia Mierense, un semanario político-literario con tintes republicanos fundado por Alfredo Álvarez y Fernández Campomanes, impreso en Sama. El primer número ve la luz el 31 de diciembre de 1905 y en febrero se despide del público, tras seis números. Entre sus colaboradores se encontraban poetas como Daniel Albuerne, Argimiro Magdalena y Pepe Tranquilo. Prácticamente el mismo equipo, con Álvarez y Fernández de Campomanes al frente, es el que hace posible El Ideal de Mieres, otro periódico semanal, impreso en Oviedo, que se funda en 1909 y del que solo se publican tres números.
Mejor suerte corre La Voz del Pueblo, otro semanario de cariz republicano, que comienza a publicarse el 18 de enero de 1906. Fundado por Eusebio Garrido Menéndez, presidente de la Juventud Republicana de Mieres, el propio Garrido se encarga de dirigirlo hasta su muerte en 1907, cuando Virgilio Espina Álvarez se ocupa de relevarlo. Con redacción en La Pasera e impreso en Requejo, La Voz del Pueblo acerca a los mierenses grandes figuras literarias y culturales de la época, pues cuenta con colaboradores de la talla de Vicente Blasco Ibáñez, Joaquín Dicenta o Alfonso Muñoz de Diego. También dejan su firma en este semanario autores asturianos como Vital Aza, Pachín de Melás o Teodoro Cuesta, del que se publicaron algunas composiciones de manera póstuma. Suma 35 números a lo largo de un año, con el último publicado el13 de enero de 1907.
En 1917 Enrique Suárez funda El Único, un periódico que aspira a rendir homenaje a los grandes literatos asturianos, pero del que solo se publica un número, centrado en la figura y obra de Vital Aza. Un año más tarde, el 7 de diciembre de 1918, Jesús Ibáñez Rodríguez funda La Batalla, un periódico quincenal amparado por las Juventudes Socialistas de Mieres e impreso en la ovetense Gutenberg. Desaparece tras siete números, el último publicado el 23 de marzo de 1919.
Más números fue los que tuvo Despertar de Turón, una publicación mensual y de carácter socialista fundada por Cándido Barbón. Se edita por primera vez el 2 de julio de 1919 y cuenta con cuatro números, en los que figuran colaboradores como Germán Iglesias y Wenceslao Carrillo. Unos meses más tarde, el 25 de octubre de 1919, Mieres veía nacer a La Mancomunidad, una revista quincenal de marcado carácter regionalista fundada y dirigida por Enrique García. Solo se publican dos números.
Ya en 1920 Jesús Ibáñez Rodríguez vuelve a la carga con La Dictadura. El otrora miembro de Juventudes Socialistas, ahora comunista, establece en su casa de Oñón, 81 la redacción de este periódico quincenal próximo al anarquismo y la CNT. Solo llega a publicar dos números.
El gran hito de la prensa local de los años 20 es El Porvenir de Mieres, un semanario independiente con redacción frente a la Escuela de Capataces que pretende abarcar todo el partido judicial, que entonces abarcaba Aller y Riosa, además de Mieres. Información social, literaria, del comercio y de los distintos pueblos y localidades del partido son los pilares de este semanario, cuyo primer número se publica el 11 de abril de 1926. Si bien la apuesta de Ildefonso López Fernández, su fundador, es más que loable, con una publicidad inusual para la época, el periódico deja de publicarse en septiembre de aquel año, tras veintiún números. Contó con colaboradores como Fernando Vázquez de Prada, Rodrigo Albuerne, Fabián Conde o Guillermo de la Cruz.
Durante la guerra las publicaciones periódicas locales escasean y solo existe testimonio de una, Caudal, editada por la Falange en 1938, con un puñado de números a la venta.
Esta decena de títulos vertebra las cuatro primeras décadas del siglo XX en lo que al periodismo local se refiere. En común a todos ellos, dos notas: su escasa perduración en el tiempo y la presencia de ideología.
Nos ha sido imposible hallar más contenidos que la cabecera de dos de ellas con fotografías extraídas de Historia de Mieres, de José Antonio Vega Álvarez (HiFer, 2015).
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